Manuel Altolaguirre

Nombre: Manuel
Apellido: Altolaguirre
Fecha nacimiento: 1905
Fecha defunción: 1959
País, ciudad: España, Málaga

Alzan la voz cruel

Alzan la voz cruel
Quienes no vieron el paisaje,
Los que empujaron por el declive pedregoso
La carne ajena,
Quienes debieron ser almas de todos
Y se arrancaban de ellos mismos
Cuerpos parásitos
Para despeñarlos.

Mil muertos de sus vidas brotaban,
Mil muertos solitarios
Que miraban desde el suelo,
Durante el último viaje,
La colosal estatua a la injusticia.

No eran muertos,
Eran oprimidos,
Seres aplastados,
Ramas cortadas de un amante o de un padre,
Seres conducidos por un deseo imposible,
Topos de vicio
Que no hallarán la luz
Por sus turbias y blandas galerías.

Alzan la voz cruel
Quienes no vieron el paisaje,
Los que triunfaron
Por la paz interior de sus mentiras.

¡Oh mundo desigual!
Mis ojos lloren
El dolor, la maldad:
La verdad humana.

Arriba

Apoyada en mi hombro

Apoyada en mi hombro
Eres mi ala derecha.
Como si desplegaras
Tus suaves plumas negras,
Tus palabras a un cielo
Blanquísimo me elevan.

Exaltación. Silencio.
Sentado estoy a mi mesa,
Sangrándome la espalda,
Doliéndome tu ausencia.

Arriba

Cerrando los ojos

Huyo del mal que me enoja
Buscando el bien que me falta.
Más que las penas que tengo,
Me duelen las esperanzas.

Tempestades de deseos
Contra los muros del alba
Rompen sus olas. Me ciegan
Los tumultos que levantan.

Nido en el mar. Cuna a flote.
La flor que lucha en el agua
Me sostiene mar adentro
Y mar afuera me lanza.

Cierro los ojos y miro
El tiempo interior que canta.

Arriba

Dicen que soy un ángel

Dicen que soy un ángel
Y, peldaño a peldaño,
Para alcanzar la luz
Tengo que usar las piernas.

Cansado de subir, a veces ruedo
Tal vez serán los pliegues de mi túnica,
Pero un ángel rodando no es un ángel
Si no tiene el honor de llegar al abismo.

Y lo que yo encontré en mi mayor caída
Era blando, brillante;
Recuerdo su perfume,
Su malsano deleite.

Desperté y ahora quiero
Encontrar la escalera,
Para subir sin alas
Poco a poco a mi muerte.

Arriba

Era mi dolor tan alto

Era mi dolor tan alto,
Que la puerta de la casa
De donde salí llorando
Me llegaba a la cintura.

¡Qué pequeños resultaban
Los hombres que iban conmigo!
Crecí como una alta llama
De tela blanca y cabellos.

Si derribaran mi frente
Los toros bravos saldrían,
Luto en desorden, dementes,
Contra los cuerpos humanos.

Era mi dolor tan alto,
Que miraba al otro mundo
Por encima del ocaso.

Arriba

Fuga

Al ver por dónde huyes
Dichoso cambiaría
Las sendas interiores de tu alma
Por las de alegres campos.

Que si tu fuga fuera
Sobre verdes caminos
Y sobre las espumas,
Y te vieran mis ojos,
Seguirte yo sabría.

No hacia dentro de ti,
Donde te internas,
Que al querer perseguirte
Me doy contra los muros de tu cuerpo.

No hacia dentro de ti,
Porque no estemos:
Tú, pálida, escondida,
Yo como ante una puerta,
Ante tu pecho frío.

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La niebla si es cercana

La niebla si es cercana me parece
Que oculta algún dolor, velo que niega
A unos ojos la luz, a los que ciega
Con un blancor de llanto que estremece;
Pero si no es cercana, si se mece
Altísima en el cielo, si navega
Por los espacios desde donde riega
Con lluvia y no con llanto, me parece
Como el origen gris de toda cosa.

Es turbia la creación, y considera
Que en el principio fue la nebulosa,
Sin que mirada alguna se escondiera
Tras esa bruma blanda y misteriosa,
De la vida tal vez causa primera.

Arriba

Las barcas de dos en dos

Las barcas de dos en dos,
Como sandalias del viento
Puestas a secar al sol.
Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Sobre la arena tendido
Como despojo de mar
Se encuentra un niño dormido.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Y más allá, pescadores
Tirando de las maromas
Amarillas y salobres.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

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Maldad

El silencio eres tú.
Pleno como lo oscuro,
Incalculable
Como una gran llanura
Desierta, desolada,
Sin palmeras de música,
Sin flores, sin palabras.

Para mi oído atento
Eres noche profunda
Sin auroras posibles.
No oiré la luz del día,
Porque tu orgullo terco,
Rubio y alto, lo impide.
El silencio eres tú:
Cuerpo de piedra.

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Mi soledad llevo dentro

Mi soledad llevo dentro,
Torre de ciegas ventanas.

Cuando mis brazos extiendo
Abro sus puertas de entrada
Y doy camino alfombrado
Al que quiera visitarla.
Pintó el recuerdo los cuadros
Que decoran sus estancias.
Allí mis pasadas dichas
Con mi pena de hoy contrastan.

¡Qué juntos los dos estábamos!
¿Quién el cuerpo? ¿Quién el alma?
Nuestra separación última,
¡Qué muerte fue tan amarga!

Ahora dentro de mí llevo
Mi alta soledad delgada.

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No sé si es que cumplió ya su destino

No sé si es que cumplió ya su destino,
Si alcanzó perfección o si acabado
Este amor a su límite ha llegado
Sin dar un paso más en su camino.

Aún le miro subir, de donde vino,
A la alta cumbre donde ha terminado
Su penosa ascensión. Tal ha quedado,
Estático, un amor tan peregrino.

No me resigno a dar la despedida
A tan altivo y firme sentimiento
Que tanto impulso y luz diera a mi vida.

No es culminación lo que lamento.
Su culminar no causa la partida,
La causará, tal vez, su acabamiento.

Arriba

¡Qué música del tacto!

¡Qué música del tacto
Las caricias contigo!
¡Qué acordes tan profundos!
¡Qué escalas de ternuras,
De durezas, de goces!
Nuestro amor silencioso
Y oscuro nos eleva
A las eternas noches
Que separan altísimas
Los astros más distantes.
¡Qué música del tacto
Las caricias contigo!

Arriba

¡Qué sola estabas por dentro!

Cuando me asomé a tus labios
Un rojo túnel de sangre,
Oscuro y triste, se hundía
Hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso,
Su calor y su luz daban
Temblores y sobresaltos
A tu carne sorprendida.

Desde entonces los caminos
Que conducen a tu alma
No quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
Cuántas caricias y besos!

Arriba

Ojos de puente los míos

Ojos de puente los míos
Por donde pasan las aguas
Que van a dar al olvido.
Sobre mi frente de acero
Mirando por las barandas
Caminan mis pensamientos.

Mi nuca negra es el mar,
Donde se pierden los ríos,
Y mis sueños son las nubes
Por y para las que vivo.

Ojos de puente los míos
Por donde pasan las aguas
Que van a dar al olvido.

Arriba

Por dentro

Mis ojos grandes, pegados
Al aire, son los del cielo.
Miran profundos, me miran,
Me están mirando por dentro.

Yo pensativo, sin ojos,
Con los párpados abiertos,
Tanto dolor disimulo
Como desgracias enseño.

El aire me está mirando
Y llora en mi oscuro cuerpo;
Su llanto se entierra en carne,
Va por mi sangre y mis huesos,
Se hace barro y raíces busca
Con las que brotar del suelo.

Mis ojos grandes, pegados
Al aire, son los del cielo.
En la memoria del aire
Estarán mis sufrimientos.

Arriba

Profeta de mis fines no dudaba

Profeta de mis fines no dudaba
Del mundo que pintó mi fantasía
En los grandes desiertos invisibles.

Reconcentrado y penetrante, solo,
Mudo, predestinado, esclarecido,
Mi aislamiento profundo, mi hondo centro,
Mi sueño errante y soledad hundida,
Se dilataban por lo inexistente,
Hasta que vacilé cuando la duda
Oscureció por dentro mi ceguera.

Un tacto oscuro entre mi ser y el mundo,
Entre las dos tinieblas definía
Una ignorada juventud ardiente.
Encuéntrame en la noche. Estoy perdido.

Arriba

Sentirse solo en medio de la vida

Sentirse solo en medio de la vida
Casi es reinar, pero sentirse solo
En medio del olvido, en el oscuro
Campo de un corazón, es estar preso,
Sin que siquiera una avecilla trine
Para darme noticias de la aurora.

Y el estar preso en varios corazones,
Sin alcanzar conciencia de cuál sea
La verdadera cárcel de mi alma,
Ser el centro de opuestas voluntades,
Si no es morir, es envidiar la muerte.

Arriba

Soledad sin olvido

¡Qué pena esta de hoy!
Haberlo dicho todo,
Volcando por completo
Lo que pesaba tanto,
Y ver luego que todo
Se queda siempre dentro,
Que las palabras fueron
Espejos engañosos,
Cristales habitados
Por fantasmas sin vida;
Que todo queda dentro
Con sus negras presencias,
Insistentes, doliendo.

Arriba

Sólo sé que estoy en mí

Sólo sé que estoy en mí
Y nunca sabré quién soy,
Tampoco sé a dónde voy
Ni hasta cuándo estaré aquí.

Vestido con vida o muerte
O desnudo sin morir,
En los muros de este fuerte
Castillo de mi vivir,

O libre por los confines
Sepulcrales de los cielos,
Desgarrando grises velos,
Ignorante de mis fines,

No sé qué cárcel espera
Ni la libertad que ansío,
Ni a qué sueño dará el río
De mi vida cuando muera.

Arriba

Transparencias

Hice bien en herirte,
Mujer desconocida.
Al abrazarte luego
De distinta manera,
¡Qué verdadero amor,
El único, sentimos!

Como el mueble y la tela, tu desnudo
Ya no tenía importancia bajo el aire,
Bajo el alma, bajo nuestras almas.
Nosotros ya no entendíamos de aquello.

Era el suelo de un ámbito
Celeste, imponderable.
Éramos transparencias
Altísimas, calientes.

Arriba

Vete

Mi sueño no tiene sitio
Para que vivas. No hay sitio.
Todo es sueño. Te hundirías.
Vete a vivir a otra parte,
Tú, que estás viva. Si fueran
Como hierro o como piedra
Mis pensamientos, te quedarías.

Pero son fuego y son nubes,
Lo que era el mundo al principio
Cuando nadie en él vivía.
No puedes vivir. No hay sitio.
Mis sueños te quemarían.

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