Alborada
Tal como libero de su cáscara a la almendra
Así te despojaría de tus ropas, amada,
Y acariciando con mis dedos el suave y pulido fruto
Podría ver que en mis manos resplandece
Una gema de valor incalculable.
Arriba
Década
Cuando viniste, tú eras semejante al vino tinto y a la miel
Y el gusto de ti encendió mi boca con su dulzura
Ahora eres como el pan de la mañana,
Suave y placentera,
Apenas te degusto, puesto que conozco tu sabor
Pero sin embargo estoy completamente saciada.
Arriba
In excelsis
Tú, tú,
Tu sombra es un rayo de Sol sobre la vajilla de plata,
Tus huellas el lugar donde se siembran las lilas,
Tus manos en movimiento un repiqueteo de campanas
A través del viento.
El movimiento de tus manos es la larga y dorada ruta de la luz amaneciendo,
Es el salto del pájaro en los senderos del jardín.
Como el perfume del junquillo, tú llegas antes que ninguno en la mañana,
Los potros no son más rápidos que tus pensamientos,
Tus palabras son abejas alrededor de un peral,
Tus caprichos son como avispas zumbando en derredor
De las rojas manzanas.
Bebo de tus labios
Me como la blancura de tus manos y de tus pies
Mi boca está abierta
Como un cántaro vacío y abierto
Igual que transparente agua eres tú, llenando la copa de mi boca
Como un arroyuelo atestado de lilas.
Tú eres fresca como las nubes
Tú estás ahí, lejos y dulce, como las inalcanzables nubes;
Me atrevo a alcanzarte
Me atrevo a tocar el canto de tu resplandor,
Yo salto mas allá del viento
Y lloro y grito
Porque mi garganta es como una aguzada espada
Afilada en una piedra de marfil,
Mi garganta canta la alegría de mis ojos,
La impetuosa alegría de mi amor.
¿Cómo es que cayó el arco-iris sobre mi corazón?
¿Cómo es que he engañado los mares para que se tiendan sobre mis dedos
Y atrapado al cielo para cobijar mi cabeza?
¿Cómo es que has llegado para vivir en mí,
Cercándome por los cuatro círculos de tu mística levedad?
Entonces yo digo "gloria, gloria" y me inclino hacia ti como si fueras sagrada.
¿Y si aquel amanecer es esta mañana y un día posterior?
Pienso acaso que tu aire es de condescendencia,
La tierra una cortesía,
El cielo una dicha merecedora de gracia,
Entonces tú, aire, tierra, cielo
Yo no te agradezco;
Te tomo
Y vivo.
Y todas esas cosas que digo en consecuencia
Son rubíes ensamblados en un camino de piedra.
Arriba
Interludio
Cuando haya cocinado deliciosos pastelillos
Y gratinado verdes almendras para verterlas en ellos,
Cuando haya quitado las verdes coronas de las fresas
Y las haya apilado, haciéndolas mirar al cielo
Dentro de una fuente amarilla y azul,
Cuando haya alisado las arrugas en el tejido
En que he estado trabajando
¿Qué entonces?
Mañana será igual
Pasteles y fresas
Y agujas entrando y saliendo de la tela.
Si el Sol es hermoso alumbrando los ladrillos y el peltre
Cuánto más hermosa es la Luna
Inclinándose sobre las ramas de un ciruelo.
La Luna,
Hamacándose a lo largo de un lecho de tulipanes
La Luna
Quieta
Sobre tu rostro.
Tú brillas, amada
Tú y la Luna
Pero, ¿cuál es el reflejo?
El reloj está dando las once
Entonces pienso que cuando hayamos
Cerrado y trancado la puerta
La noche, fuera, seguirá oscura.
Arriba
Jardín a la luz de la luna
Un gato negro entre las rosas
Flox, lila cobre entre la niebla bajo la luz de una Luna en su cuarto creciente
El dulce aroma del heliotropo y la misteriosa esencia de los troncos
El jardín está muy quieto
Está hipnotizado por la luz de la Luna
Colmado por las fragancias
Delirando el sueño de opio de sus cubiertas amapolas
Las luces de las luciérnagas se encienden y se esfuman
Altas como pimpollos de la dorada luz
Bajas como las dulces flores de alisón a mis pies
La Luna titila entre las hojas y la reja
La Luna cual dardo enciende los arbustos
Sólo los pequeños rostros de las orquídeas hechizadas están alerta y contemplando
Sólo el gato acechando entre las rosas
Sacude una rama y rompe este variado boceto
Tal como el agua se sacude por la caída de una hoja;
Entonces tú llegas,
Y eres silenciosa como el jardín,
Blanca como las flores de los alisones,
Y hermosa como el silencioso destello de las luciérnagas.
Oh amada, puedes ver las anaranjadas lilas,
Ellas conocieron a mi madre
Y ellas, que me pertenecen,
Sabrán cuándo me habré ido.
Arriba
La veleta apunta al sur
Separo tus hojas,
Una por una:
Las rígidas, amplias hojas exteriores,
Las más pequeñas,
Agradables de tocar, regadas de color púrpura;
Las hojas exteriores barnizadas,
Una por una
Te separo desde tus hojas,
Hasta que, como una flor blanca, te enderezas
Balanceándote ligeramente en el viento del atardecer.
Arriba
Madonna de las flores del crepúsculo
He estado trabajando todo el día,
Ahora estoy cansada
Llamo: "¿Dónde estás tú?"
Pero sólo se escucha el murmullo de las hojas de un roble;
La casa está muy silenciosa,
El sol brilla sobre tus libros,
Sobre tus tijeras y el dedal
Pero tú no estás ahí,
De repente estoy sola.
Entonces te veo
Parada bajo una corona de consólidas reales
Con una canasta de rosas en tu brazo;
Tú eres fresca como la plata
Y me sonríes;
Entonces siento que las campanas de Canterbury están tañendo
Pequeñas melodías.
Tú me dices que las peonías necesitan agua,
Que las aguileñas pajarillas han traspasado sus límites,
Que la papónica debería ser recortada;
Tú me dices todas esas cosas
Y yo te miro, corazón de plata;
Flama blanca tu corazón de tersa plata
Encendiéndose debajo de las ramas azules de la consólida real
Deseo arrodillarme a tus pies
Al instante,
Mientras alrededor de nosotras repiquetean los suaves Te-Deums
De las campanas de Canterbury.
Arriba
Otoño
Me trajeron una dalia amarilla
Opulenta y majestuosa
Oro rotundo
Proyectada de un tallo verde y pálido
Oro rotundo y acabado
Maduro
Meticulosamente suntuosas y ardientes
Un rayo de solemnidad
Fecundidad ataviada de sugestivo amarillo
Para que todo el mundo la vea
Me trajeron una dalia amarilla
A mí, que soy estéril e infecunda;
¿Te la enviaré a ti
-Tú, que te has llevado contigo
Todo lo que una vez poseí?
Arriba
Taxi
Cuando me alejo de ti
El mundo palpita en silencio,
Cual relajado tambor
Grito por ti contra las distinguidas estrellas
Y grito en los caminos del viento.
Las calles apresuradas
Se aparecen una tras la otra
Y te alejan de mí
Las luces de la ciudad aguijonean mis ojos
De tal modo que ya no puedo ver los tuyos
¿Por qué debo dejarte
Y herirme a mí misma con los agudos ribetes de la noche?
Arriba
Uvas blancas
¿Debería darte uvas blancas?
Desconozco la razón pero de repente me encapricho con esa fruta.
Por ahora la idea alimenta mis sentidos
Y parecen más deseables que una perfecta esmeralda
Puesto que nada tengo; puesto que mis manos vacías están,
Yo debería haber elegido bellas gemas de la India
Pero elijo uvas blancas.
¿Es acaso porque el enojado viento está hiriendo las moradas?
Lo veo en tus ensortijados y cautivadores labios y en tus dientes
Desnudos, energía seductora.
Ven a merodear y mordisquear las raíces del azafrán;
Las llamaremos uvas blancas,
Puedes considerarlas como un símbolo,
Podrías encontrarlas ácidas o dulces o simplemente de agradable aspecto
No importa, mientras las aceptes, a ellas y a mí.
Arriba
Venus
Dime, ¿era acaso Venus
Más hermosa de lo que tú eres
Cuando emergió
Entre las ondulantes aguas
Dirigiéndose a la costa segura
Envuelta en su ajustada coraza?
¿Era acaso la visión de Botticelli,
Más bella que la mía?
¿Y eran acaso los delicados pimpollos
Que le pintó
Más valiosos
Que las palabras que yo vierto sobre ti
Para describir tu gran encanto
Como una seda
De indefinida plata?
Para mí
Estás de pie, sosegada,
Con un aire alegre y azul
Cercada por vientos brillantes
Opacando al sol
Y las olas que te preceden
Se agitan y remueven
Las olas a mis pies.
Arriba
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