Existe un encuentro que es un salto en la vida de quien fue tocado por esa fortuna. Un paso más allá hacia un lugar que pocos conocen y del que nunca se regresa del mismo modo. Quien transitó por ese lugar conoce un sabor único, distinto a todos los sabores conocidos. Y debe vivir sabiendo que ese manjar no llega dos veces en la vida... es más: Sabiendo que conoció eso, que la mayoría muere sin nunca haber probado. Es como sobrellevar una dulce nostalgia, más que por lo que se perdió, por lo que nunca más se volverá a tener. Es como vivir una compasión hacia el futuro y hacia aquellos que desconocen porqué llevas una sonrisa tenue entre los labios y los ojos húmedos pero plenos de haber visto todo lo que había para ver. Los puentes de Madison
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