Salvador Novo





Salvador Novo

Escritor, dramaturgo, cronista



Ciudad de México - México
30/07/1904 - 13/01/1974





AL POEMA CONFÍO




Al poema confío la pena de perderte.
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,
Faros que prolongaron mi naufragio.
He de coger mi vida deshecha entre tus manos,
Leve jirón de niebla
Que el viento entre sus alas efímeras dispersa.
Vuelva la noche a mí, muda y eterna,
Del diálogo privada de soñarte,
Indiferente a un día
Que ha de hallarnos ajenos y distantes.





EL RETORNO




Vieja alameda triste en que el árbol medita,
En que la nube azul contagia su quebranto
Y en que el rosal se inclina al viento que dormita:
Te traigo mi dolor y te ofrezco mi llanto.

He vuelto. Soy el mismo. La misma sed que me aqueja
Y embelesa mi oído idéntica canción,
Y soy aquel que ama el minuto que deja
Un poco más de llanto dentro del corazón.

He vuelto a tu silencio otoñal, he buscado
Vanamente mis huellas entre todas las huellas,
Y mi ilusión es una hoja muerta de aquellas
Que estremecía el viento y que el Sol ha dorado.

Y mientras quiero acaso recomenzar la senda
Y un mal irremediable consume los destellos
Del Sol, vieja alameda, y te guardo mi ofrenda,
Tú contemplas mis ojos y miras mis cabellos.





GRACIAS, SEÑOR




Gracias, Señor, porque me diste un año
En que abrí a tu luz mis ojos ciegos;
Gracias porque la fragua de tus fuegos
Templó en acero el corazón de estaño.

Gracias por la ventura y por el daño,
Por la espina y la flor; porque tus ruegos
Redujeron mis pasos andariegos
A la dulce quietud de tu rebaño.

Porque en mí floreció tu primavera;
Porque tu otoño maduró mi espiga,
Que el invierno guarece y atempera.

Y porque, entre tus dones, me bendiga
-Compendio de tu amor- la duradera
Felicidad de una sonrisa amiga.





AMOR




Amar es este tímido silencio
Cerca de ti, sin que lo sepas,
Y recordar tu voz cuando te marchas
Y sentir calor de tu saludo.

Amar es aguardarte
Como si fueras parte del ocaso,
Ni antes ni después, para que estemos solos
Entre los juegos y los cuentos
Sobre la tierra seca.

Amar es percibir, cuando te ausentas,
Tu perfume en el aire que respiro,
Y contemplar la estrella en que te alejas
Cuando cierro la puerta de la noche.





FLORIDO LAUDE




Lo menos que yo puedo
Para darte las gracias porque existes
Es conocer tu nombre y repetirlo.

Si brotas de la tierra,
Hostil de espinas, ávida de cielo,
En vigoroso impulso
Y ofreces un capullo a la caricia
Leve del viento y cálida del día,
Sé que abrirás a la mañana bruja
Tu perfección efímera en la rosa.

Conozco tu perfume y tu destino,
Piel de doncella, hostia múltiple;
Tu breve día, tu don. Miro el momento
En que brindas tu lecho nupcial a las abejas;
O el colibrí se pinta en tus colores
Y desmayas tus pétalos de seda,
Conchas del mar del aire en que naufraga
Tu vida breve y tu perfume rosa.

Yo repito tu nombre cuando veo,
Ave suntuosa y vegetal, tu nido
Anclado en aquel árbol que te nutre.
Las plumas de tus pétalos, orquídea;
El silencio en que cantan tus colores.

Y te busco en la sombra;
Bajo el ala del árbol que te oculta,
En los ramos redondos
En que entonas a coro tus azules, hortensia.

Pero también te admiro y te saludo
Y repito tu nombre proletario
Cuando tiendes, mastuerzo,
Tus frágiles sombrillas, tus trémulas sombrillas
Disciplinadas y redondas,
En que tiembla el rocío,
Y atreves la sencilla
Ofrenda de tus conos amarillos
A la mano del niño que te inmola.

Y a ti, cortina humilde,
Que abres el Sol y cierras a la noche
Tus sueños de trocarte en bugambilia;
Y a ti, que en el violento
Grito de tu amarillo
Ostentas en colores, mercadela,
El perfume negado a tu pobreza.

Y contemplo tu rostro, margarita,
Tu cuello almidonado e impecable,
Tu uniforme escolar para la fiesta,
Tu faz redonda, ingenua.

Saludo a tus hermanas mayores en las cinnias
Que aprendieron ya el arte de maquillarse;
Que copiaron su labio pintado a la petunia
Mientras tiende su beso
Y asoma su coqueta esbeltez entre las turbas
Del cielo raso que la rapta.

Miro cómo el acanto
Lanza la espiga erecta de tus torres
Y cómo los delfinios
Yerguen, música azul, sus campanarios.
¿Qué licor impalpable
Brindan, alto alcatraz, tus copas blancas?
¿Qué cielo multiplicas, agapanto,
Cuando rindes la nuez de tu universo
Desde el brazo tendido de tu tallo?

Te miro, platanillo,
Cresta airosa de un gallo de alas verdes;
Tan lleno de familia
Que no has podido ser una gladiola,
Y te resignas a tu sino
Del pariente más pobre de esa rica
Dueña de tiendas, celofán y rasos.

Cerca está la retama;
Sus largos alfileres
Capturan mariposas menudas y amarillas.
El polen de sus alas prisioneras
Cuelgan en uvas minúsculas la mimosa vecina.

Lo menos que yo puedo
Para darte las gracias porque existes
Oh, flor, milagro múltiple
Es conocer tu nombre y repetirlo.

Danza el geranio inmóvil sus enaguas gitanas
En tiesto humilde.
Cuando llegue el invierno;
Cuando duerman las dalias su gestación de piedra;
Cuando nieven los lirios su cándido capullo;
Cuando la nochebuena despliegue sus estrellas,
Vestirán las azaleas trajes de bailarina
Faldas de leves tules y lánguidos pistilos.
Serán tu aristocracia, deranio, las azaleas.





HOY NO LUCIÓ




Hoy no lució la estrella de tus ojos.
Náufrago de mí mismo, húmedo del abrazo de las ondas,
Llego a la arena de tu cuerpo
En que mi propia voz nombra mi nombre,
En que todo es dorado y azul como un día nuevo
Y como las espigas herméticas, perfectas y calladas.
En ti mi soledad se reconcilia
Para pensar en ti. Toda ha mudado
El sereno calor de tus miradas
En fervorosa madurez mi vida.

Alga y espumas frágiles, mis besos
Cifran el universo en tus pestañas
-Playa de desnudez, tierra alcanzada
Que devuelve en miradas tus estrellas.

¿A qué la flor perdida
Que marchitó tu espera, que dispersó el destino?
Mi ofrenda es toda tuya en la simiente
Que secaron los rayos de tus soles.





EPIFANÍA




Un domingo
Epifanía no volvió más a la casa.

Yo sorprendí conversaciones
En que contaban que un hombre se la había robado
Y luego, interrogando a las criadas,
Averigüé que se la había llevado a un cuarto.
No supe nunca dónde estaba ese cuarto
Pero lo imaginé, frío, sin muebles,
Con el piso de tierra húmeda
Y una sola puerta a la calle.

Cuando yo pensaba en ese cuarto
No veía a nadie en él.
Epifanía volvió una tarde
Y yo la perseguí por el jardín
Rogándole que me dijera qué le había hecho el hombre
Porque mi cuarto estaba vacío
Como una caja sin sorpresas.

Epifanía reía y corría
Y al fin abrió la puerta
Y dejó que la calle entrara en el jardín.





BREVE ROMANCE DE AUSENCIA




Único amor, ya tan mío
Que va sazonando el tiempo,
¡Qué bien nos sabe la ausencia
Cuando nos estorba el cuerpo!

Mis manos te han olvidado
Pero mis ojos te vieron
Y cuando es amargo el mundo
Para mirarte los cierro.

No quiero encontrarte nunca,
Que estás conmigo y no quiero
Que despedace tu vida
Lo que fabrica mi sueño.

Como un día me la diste
Viva tu imagen poseo;
Que a diario lavan mis ojos
Con lágrimas tu recuerdo.

Otro se fue, que no tú,
Amor que clama el silencio
Si mis brazos y tu boca
con las palabras partieron.

Otro es este, que no yo,
Mudo, conforme y eterno
Como este amor, ya tan mío
Que irá conmigo muriendo.





TEMA DE AMOR




Dentro de estos cuatro muros
Pretendí ocultar mi dicha:
Pero el fruto, pero el aire,
¿Cómo me los guardaría?

Hora mejor que pospuse,
Voces que eran para mí,
Camino que no elegí
Destino que no dispuse;
¡Cómo os volvisteis oscuros!
¡Qué amargo vuestro sabor
Cuando nos encerró mi amor
Dentro de estos cuatro muros!

Entre tu aurora y mi ocaso
El tiempo desaparecía
Y era nuestra y era mía
Sangre, labio, vino y vaso.

En perdurar se encapricha
Mi sombra junto a tu luz
Y bajo negro capuz
Pretendí ocultar mi dicha.

Pero el fruto, pero el aire,
Pero el tiempo que no fluya,
Pero la presencia tuya
Fuerte, joven, dulce, grande;
Sangre tuya en vena mía,
Lazos a instantes maduros,
Dentro de estos cuatro muros
¿Cómo me los guardaría?





LA RENOVADA MUERTE DE LA NOCHE




La renovada muerte de la noche
En la que ya no nos queda
Sino la breve luz de la conciencia
Y tendernos al lado de los libros
De donde las palabras escaparon sin fuga,
Crucificadas en mi mano, y en esta cripta de familia
En la que existe en cada espejo
Y en cada sitio la evidencia del crimen
Y en cuyos roperos dejamos
La crisálida de los adioses irremediables
Con que hemos de embalsamar el futuro,
Y en los ahorcados que penden de cada lámpara,
Y en el veneno de cada vaso que apuramos,
Y en esa silla eléctrica
En que hemos abandonado nuestros disfraces
Para ocultarnos bajo los solitarios sudarios,
Mi corazón ya no sabe sino marcar el paso
Y dar vueltas como un tigre de circo
Inmediato a una libertad inasible.
Todos hemos ido llegando a nuestras tumbas
A buena hora, a la hora debida,
En ambulancias de cómodo precio
O bien de suicidio natural y premeditado.
Y yo no puedo seguir trazando un escenario perfecto
En que la Luna habría de jugar un papel importante,
Porque en estos momentos
Hay trenes por encima de toda la tierra
Que lanzan unos dolorosos suspiros
Y que parten,
Y la Luna no tiene nada que ver
Con las breves luciérnagas que nos vigilan
Desde un azul cercano y desconocido
Lleno de estrellas políglotas e innumerables.





ELEGÍA




Los que tenemos unas manos que no nos pertenecen,
Grotescas para la caricia, inútiles para el taller o la azada,
Largas y fláccidas como una flor privada de simiente
O como un reptil que entrega su veneno
Porque no tiene nada más que ofrecer.

Los que tenemos una mirada culpable y amarga
Por donde mira la muerte no lograda del mundo
Y fulge una sonrisa que se congela frente a las estatuas desnudas
Porque no podrá nunca cerrarse sobre los anillos de oro
Ni entregarse como una antorcha sobre los horizontes del Tiempo
En una noche cuya aurora es solamente este mediodía
Que nos flagela la carne por instantes arrancados a la eternidad.

Los que hemos rodado por los siglos como una roca desprendida del Génesis
Sobre la hierba o entre la maleza en desenfrenada carrera
Para no detenernos nunca ni volver a ser lo que fuimos
Mientras los hombres van trabajosamente ascendiendo
Y brotan otras manos de sus manos para torcer el rumbo de los vientos
O para tiernamente enlazarse.

Los que vestimos cuerpos como trajes envejecidos
A quienes basta el hurto o la limosna de una migaja que es todo el pan y la única hostia
Hemos llegado al litoral de los siglos que pesan sobre nuestros corazones angustiados,
Y no veremos nunca con nuestros ojos limpios
Otro día que este día en que toda la música del universo
Se cifra en una voz que no escucha nadie entre las palabras vacías
En el sueño sin agua ni palabras en la lengua de la arcilla y del humo.





UN AÑO MÁS




Un año más sus pasos apresura;
Un año más nos une y nos separa;
Un año más su término declara
Y un año más sus límites augura.

Un año más diluye su amargura;
Un año más sus dones nos depara;
Un año más, que con justicia avara
Meció una cuna, abrió una sepultura.

¡Oh, dulce amigo, cuya mano clara
En cifra de cariño y de ternura
La mía tantas veces estrechara!

Un año más el vínculo asegura
De su noble amistad, alta y preclara.
¡Dios se lo otorgue lleno de ventura!







Salvador Novo


MI VIDA ES COMO UN LAGO TACITURNO

Mi vida es como un lago taciturno.
Si una nube lejana me saluda,
Si hay un ave que canta, si una muda
Y recóndita brisa
Inmola el desaliento de las rosas,
Si hay un rubor de sangre en la imprecisa
Hora crepuscular,
Yo me conturbo y tiendo mi sonrisa.

¡Mi vida es como un lago taciturno!
Yo he sabido formar, gota por gota,
Mi fondo azul de ver el universo.
Cada nuevo rumor me dio su nota,
Cada matiz diverso
Me dio su ritmo y me enseñó su verso.
Mi vida es como un lago taciturno.







Salvador Novo


LA POESÍA

Para escribir poemas,
Para ser un poeta de vida apasionada y romántica
Cuyos libros están en las manos de todos
Y de quien hacen libros y publican retratos los periódicos,
Es necesario decir las cosas que leo,
Esas del corazón, de la mujer y del paisaje,
Del amor fracasado y de la vida dolorosa,
En versos perfectamente medidos,
Sin asonancias en el mismo verso,
Con metáforas nuevas y brillantes.

La música del verso embriaga
Y si uno sabe referir rotundamente su inspiración
Arrancará las lágrimas del auditorio,
Le comunicará sus emociones recónditas
Y será coronado en certámenes y concursos.

Yo puedo hacer versos perfectos,
Medirlos y evitar sus asonancias,
Poemas que conmuevan a quien los lea
Y que les hagan exclamar: "¡Que niño tan inteligente!".

Yo les diré entonces
Que los he escrito desde que tenía once años:
No he de decirles nunca
Que no he hecho sino darles la clase que he aprendido
De todos los poetas.

Tendré una habilidad de histrión
Para hacerles creer que me conmueve lo que a ellos.
Pero en mi lecho, solo, dulcemente,
Sin recuerdos, sin voz,
Siento que la poesía no ha salido de mí.





Reseña biográfica

Poeta mexicano nacido en 1904 y fallecido en 1974.

Realizó estudios de Derecho en la Universidad Nacional de México, y posteriormente en la Facultad de Filosofía y Letras de la misma universidad, hizo sus estudios de Maestro en Lenguas.

Incursionó con éxito en múltiples ramas de la actividad intelectual como cronista, ensayista, dramaturgo e historiador, cultivando brillantemente la prosa ensayística y el teatro.

Su poesía sorprende por la modernidad de sus recursos y sus temas y es fiel reflejo de la frivolidad que el poeta encontró en la historia reciente.













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