Pedro Salinas





Pedro Salinas Serrano

Poeta y dramaturgo



Madrid - España
27/11/1891 - 04/12/1951





NO RECHACES LOS SUEÑOS POR SER SUEÑOS




No rechaces los sueños por ser sueños.
Todos los sueños pueden
Ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño. Si soñamos
Que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
Lo que corre en los ríos no es un agua,
Es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza
Su propio sueño, y dice:
"Yo soy el sol, los cielos, el amor".
Pero nunca se va, nunca se pasa,
Si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
Es el modo que el alma
Tiene para que nunca se le escape
Lo que se escaparía si dejamos
De soñar que es verdad lo que no existe.
Sólo muere
Un amor que ha dejado de soñarse
Hecho materia y que se busca en tierra.





ANOCHE SE ME HA PERDIDO




Anoche se me ha perdido
En la arena de la playa
Un recuerdo
Dorado, viejo y menudo
Como un granito de arena.
¡Paciencia! La noche es corta.
Iré a buscarlo mañana
Pero tengo miedo de esos
Remolinos nocherniegos
Que se llevan en su grupa
¡Dios sabe adónde!, la arena
menudita de la playa.





MIENTRAS HAYA




Mientras haya
Alguna ventana abierta,
Ojos que vuelven del sueño,
Otra mañana que empieza.

Mar con olas trajineras
-Mientras haya-
Trajinantes de alegrías,
Llevándolas y trayéndolas.

Lino para la hilandera,
Árboles que se aventuren,
-Mientras haya-
Y viento para la vela.

Jazmín, clavel, azucena,
Donde están y donde no,
En los nombres que los mientan.

Mientras haya
Sombras que la sombra niegan,
Pruebas de luz, de que es luz
Todo el mundo, menos ellas.

Agua como se la quiera
Mientras haya;
Voluble por el arroyo,
Fidelísima en la alberca.

Tanta fronda en la sauceda,
Tanto pájaro en las ramas
Mientras haya;
Tanto canto en la oropéndola.

Un mediodía que acepta
Serenamente su sino
Que la tarde le revela.

Mientras haya
Quien entienda la hoja seca,
Falsa elegía, preludio
Distante a la primavera.

Colores que a sus ausencias
Mientras haya;
Siguiendo a la luz se marchan
Y siguiéndola regresan.

Diosas que pasan ligeras
Pero se dejan un alma
Mientras haya;
Señalada con sus huellas.

Memoria que le convenza
A esta tarde que se muere
De que nunca estará muerta.

Mientras haya
Trasluces en la tiniebla,
Claridades en secreto,
Noches que lo son apenas.

Susurros de estrella a estrella
Mientras haya;
Casiopea que pregunta
Y cisne que la contesta.

Tantas palabras que esperan,
Invenciones, clareando
Mientras haya;
Amanecer de poema.

Mientras haya
Lo que hubo ayer, lo que hay hoy,
Lo que venga.





PENSAR EN TI ESTA NOCHE




Pensar en ti esta noche
No era pensarte con mi pensamiento,
Yo solo, desde mí. Te iba pensando
Conmigo, extensamente, el ancho mundo.
El gran sueño del campo, las estrellas,
Callado el mar, las hierbas invisibles,
Sólo presentes en perfumes secos,
Todo,
De Aldebarán al grillo te pensaba.

¡Qué sosegadamente
Se hacía la concordia
Entre las piedras, los luceros,
El agua muda, la arboleda trémula,
Todo lo inanimado,
Y el alma mía
Dedicándolo a ti. Todo acudía
Dócil a mi llamada, a tu servicio,
Ascendido a intención y a fuerza amante.
Concurrían las luces y las sombras
A la luz de quererte; concurrían
El gran silencio, por la tierra, plano,
Suaves voces de nubes, por el cielo,
Al cántico hacia ti que en mí cantaba.
Una conformidad de mundo y ser,
De afán y tiempo, inverosímil tregua,
Se entraba en mí, como la dicha entera
Cuando llega sin prisa, beso a beso.

Y casi
Dejé de amarte por amarte más,
En más que en mí, inmensamente confiando
Ese empleo de amar a la gran noche
Errante por el tiempo y ya cargada
De misión, misionera
De un amor vuelto estrellas, calma, mundo,
Salvado ya del miedo
Al cadáver que queda si se olvida.





QUÉ PAREJA TAN HERMOSA ESTA NUESTRA




Qué pareja tan hermosa
Esta nuestra, contemplado
La mirada de mis ojos,
Y tú, que te estoy mirando.
Todo lo que ignoro yo
Te lo tienes olvidado;
Y ese cantar que me buscan
Las horas, sin encontrarlo,
De la mañana a la noche,
Con blanquísimo estribillo,
Tus olas lo van cantando.
Porque estás hecho de siglos
Me curaste de arrebatos;
Se aprende a mirar en ti
Por tus medidas sin cálculo
-Dos, nada más: día y noche-
Gozosamente despacio.
No quieres tú que te busquen
Los ojos apresurados,
Los que te dicen hermoso
Y luego pasan de largo.
No ven. A ti hay que mirarte
Como te miran los astros,
A sus azules mirandas
Serenamente asomados.
Tú, Lazarillo de ojos,
Llévate a estos míos; guíalos,
Por la aurora, con espumas,
Con nubes, por los ocasos;
Tú solo sabes trazar
Los caminos de tus ámbitos.
Con las señas de la playa,
Avísales de la tierra,
De su sombra, de su engaño.
A tu resplandor me entrego,
Igual que el ciego a la mano;
Se siente tu claridad
Hasta en los ojos cerrados
-Presencia que no se ve-,
Acariciando los párpados.
Por tanta luz tú no puedes
Conducir a nada malo.
Con mi vista, que te mira,
Poco te doy, mucho gano.
Sale de mis ojos, pobre,
Se me marcha por tus campos,
Coge azules, brillos, olas,
Alegrías,
Las dádivas de tu espacio.
Cuando vuelve, vuelve toda
Encendida de regalos.
Reina se siente;
Las dichas
Con que tú la has coronado.
De lo claro que lo enseñas
Qué sencillo es el milagro
Si bien se guarda en los ojos,
Nunca pasa, lo pasado.
¿Conservar
Un amor entre unos brazos?
No. En el aire de los ojos,
Entre el vivir y el recuerdo,
Suelto, flotando,
Se tiene mejor guardado.
Aves de vuelo se vuelan,
Tarde o temprano.
Los ojos son los seguros;
De allí no se van los pájaros.
Lo que se ha mirado así,
Día y día, enamorándolo,
Nunca se pierde,
Porque ya está enamorado.
Míralo aunque se haya ido.
Visto o no visto, contémplalo.
El mirar no tiene fin:
Si ojos hoy se me cerraron
Cuando te raptó la noche,
Mañana se me abrirán,
Cuando el alba te rescate,
Otros ojos más amantes,
Para seguirte mirando.





AYER TE BESÉ EN LOS LABIOS




Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
Rojos. Fue un beso tan corto
Que duró más que un relámpago,
Que un milagro, más.
El tiempo,
Después de dártelo
No lo quise para nada
Ya, para nada
Lo había querido antes.
Se empezó en él, se acabó en él.
Hoy estoy besando un beso;
Estoy solo con mis labios.
Los pongo
No en tu boca, no, ya no
-¿A dónde se me ha escapado?-
Los pongo
En el beso que te di
Ayer, en las bocas juntas
Del beso que se besaron.
Y dura este beso más
Que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
Ni una boca lo que beso,
Que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.





HORIZONTAL SÍ, TE QUIERO




Horizontal sí, te quiero.
Mírale la cara al cielo,
De cara. Déjate ya
De fingir un equilibrio
Donde lloramos tú y yo.
Ríndete
A la gran verdad final,
A lo que has de ser conmigo,
Tendida ya, paralela,
En la muerte o en el beso.
Horizontal es la noche
En el mar, gran masa trémula
Sobre la tierra acostada,
Vencida sobre la playa.
El estar de pie, mentira:
Sólo correr o tenderse.
Y lo que tú y yo queremos
Y el día -ya tan cansado
De estar con su luz, derecho-
Es que nos llegue, viviendo
Y con temblor de morir,
En lo más alto del beso,
Ese quedarse rendidos
Por el amor más ingrávido,
Al peso de ser de tierra,
Materia, carne de vida.
En la noche y la trasnoche,
Y el amor y el trasamor,
Ya cambiados
En horizontes finales,
Tú y yo, de nosotros mismos.





LA FORMA DE QUERER TÚ




La forma de querer tú
Es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
Es el silencio. Tus besos
Son ofrecerme los labios
Para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
Me dirán que tú existías,
Que me quisiste: jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
Mapas, augurios, teléfonos;
Tú, no.
Y estoy abrazado a ti
Sin preguntarte, de miedo
A que no sea verdad
Que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
Sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
Con preguntas, con caricias,
Esa soledad inmensa
De quererte sólo yo.





DAME TU LIBETAD. NO QUIERO TU FATIGA




Dame tu libertad.
No quiero tu fatiga,
No, ni tus hojas secas,
Tu sueño, ojos cerrados.
Ven a mí desde ti,
No desde tu cansancio
De ti. Quiero sentirla.
Tu libertad me trae,
Igual que un viento universal,
Un olor de maderas
Remotas de tus muebles,
Una bandada de visiones
Que tú veías
Cuando en el colmo de tu libertad
Cerrabas ya los ojos.
¡Qué hermosa, tú, libre y en pie!
Si tú me das tu libertad me das tus años
Blancos, limpios y agudos como dientes,
Me das el tiempo en que tú la gozabas.
Quiero sentirla como siente el agua
Del puerto, pensativa,
En las quillas inmóviles
El alta mar. La turbulencia sacra.
Sentirla,
Vuelo parado,
Igual que en sosegado soto
Siente la rama
Donde el ave se posa
El ardor de volar, la lucha terca
Contra las dimensiones en azul.
Descánsala hoy en mí: la gozaré
Con un temblor de hoja en que se paran
Gotas del cielo al suelo.
La quiero
Para soltarla, solamente.
No tengo cárcel para ti en mi ser.
Tu libertad te guarda para mí.
La soltaré otra vez, y por el cielo,
Por el mar, por el tiempo,
Veré cómo se marcha hacia su sino.
Si su sino soy yo, te está esperando.





AQUÍ, EN ESTA ORILLA BLANCA




Aquí,
En esta orilla blanca
Del lecho donde duermes,
Estoy al borde mismo
De tu sueño. Si diera
Un paso más, caería
En sus ondas, rompiéndolo
Como un cristal. Me sube
El calor de tu sueño
Hasta el rostro. Tu hálito
Te mide la andadura
Del soñar: va despacio.
Un soplo alterno, leve,
Me entrega ese tesoro
Exactamente: el ritmo
De tu vivir soñando.
Miro. Veo la estofa
De que está hecho tu sueño.
La tienes sobre el cuerpo
Como coraza ingrávida.
Te cerca de respeto.
A tu virgen te vuelves
Toda entera, desnuda,
Cuando te vas al sueño.
En la orilla se paran
Las ansias y los besos:
Esperan, ya sin prisa,
A que abriendo los ojos
Renuncies a tu ser
Invulnerable. Busco
Tu sueño. Con mi alma
Doblada sobre ti
Las miradas recorren,
Traslúcida, tu carne
Y apartan dulcemente
Las señas corporales
Por ver si hallan detrás
Las formas de tu sueño.
No lo encuentran. Y entonces
Pienso en tu sueño. Quiero
Descifrarlo. Las cifras
No sirven, no es secreto.
Es sueño y no misterio.
Y de pronto, en el alto
Silencio de la noche,
Un soñar mío empieza
Al borde de tu cuerpo;
En él el tuyo siento.
Tú dormida, yo en vela,
Hacíamos lo mismo.
No había qué buscar:
Tu sueño era mi sueño.





EL ALMA TENÍAS TAN CLARA Y ABIERTA




El alma tenías
Tan clara y abierta,
Que yo nunca pude
Entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
Angostos, los pasos
Altos y difíciles,
A tu alma se iba
Por caminos anchos.
Preparé alta escala
-Soñaba altos muros
Guardándote el alma-
Pero el alma tuya
Estaba sin guarda
De tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
Estrecha del alma,
Pero no tenía,
De franca que era,
Entradas tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿Acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
Sentado en las vagas
Lindes de tu alma.





HOY SON LAS MANOS LA MEMORIA




Hoy son las manos la memoria.
El alma no se acuerda, está dolida
De tanto recordar. Pero en las manos
Queda el recuerdo de lo que han tenido.

Recuerdo de una piedra
Que hubo junto a un arroyo
Y que cogimos distraídamente
Sin darnos cuenta de nuestra ventura.
Pero su peso áspero,
Sentir nos hace que por fin cogimos
El fruto más hermoso de los tiempos.
A tiempo sabe
El peso de una piedra entre las manos.
En una piedra está
La paciencia del mundo, madurada despacio.
Incalculable suma
De días y de noches, sol y agua
La que costó esta forma torpe y dura
Que acariciar no sabe y acompaña
Tan solo con su peso, oscuramente.
Se estuvo siempre quieta,
Sin buscar, encerrada,
En una voluntad densa y constante
De no volar como la mariposa,
De no ser bella como el lirio,
Para salvar de envidias su pureza.
¡Cuántos esbeltos lirios, cuántas gráciles
Libélulas se han muerto, allí, a su lado
Por correr tanto hacia la primavera!
Ella supo esperar sin pedir nada
Más que la eternidad de su ser puro.
Por renunciar al pétalo y al vuelo,
Está viva y me enseña
Que un amor debe estarse quizá quieto, muy quieto,
Soltar las falsas alas de la prisa,
Y derrotar así su propia muerte.

También recuerdan ellas, mis manos,
Haber tenido una cabeza amada entre sus palmas.
Nada más misterioso en este mundo.
Los dedos reconocen los cabellos
Lentamente, uno a uno, como hojas
De calendario: son recuerdos
De otros tantos, también innumerables
Días felices
Dóciles al amor que los revive.
Pero al palpar la forma inexorable
Que detrás de la carne nos resiste
Las palmas ya se quedan ciegas.
No son caricias, no, lo que repiten
Pasando y repasando sobre el hueso:
Son preguntas sin fin, son infinitas
Angustias hechas tactos ardorosos.
Y nada les contesta: una sospecha
De que todo se escapa y se nos huye
Cuando entre nuestras manos lo oprimimos
Nos sube del calor de aquella frente.
La cabeza se entrega. ¿Es la entrega absoluta?
El peso en nuestras manos lo insinúa,
Los dedos se lo creen,
Y quieren convencerse: palpan, palpan.
Pero una voz oscura tras la frente,
-¿Nuestra frente o la suya?-
Nos dice que el misterio más lejano,
Porque está allí tan cerca, no se toca
Con la carne mortal con que buscamos
Allí, en la punta de los dedos,
La presencia invisible.
Teniendo una cabeza así cogida
Nada se sabe, nada,
Sino que está el futuro decidiendo
O nuestra vida o nuestra muerte
Tras esas pobres manos engañadas
Por la hermosura de lo que sostienen.
Entre unas manos ciegas
Que no pueden saber. Cuya fe única
Está en ser buenas, en hacer caricias
Sin casarse, por ver si así se ganan
Cuando ya la cabeza amada vuelva
A vivir otra vez sobre sus hombros,
Y parezca que nada les queda entre las palmas,
El triunfo de no estar nunca vacías.







Pedro Salinas


NO, NO ME BASTA, NO

No, no me basta, no.
Ni ese azul en delirio
Celeste sobre mí,
Cúspide de lo azul.
Ni esa reiteración
Cantante de la ola,
Espumas afirmando,
Síes, síes sin fin.
Ni tantos irisados
Primeros de las nubes
-Ópalo, blanco y rosa-,
Tan cansadas de cielo
Que duermen en las conchas.
No, no me bastan, no.
Colmo, tensión extrema,
Suma de la belleza
El mundo, ya no más.
Y yo más.
Más azul que el azul
Alto. Más afirmar
Amor, querer, que el sí
Y el sí y el sí.
La tarde, ya en el límite
De dar, de ser,
Agota sus reservas:
Gozos, colores, triunfos;
Me descubre los fondos
De mares y de glorias,
Se estira, vibra, tiembla,
No puede más.
Lo sé, se va a romper
Si yo le grito esto
Que ya le estoy gritando
Irremisiblemente
A golpes:
"Tú, ya no más; yo, más."







Pedro Salinas


NO QUIERO QUE TE VAYAS, DOLOR

No quiero que te vayas,
Dolor, última forma
De amar, me estoy sintiendo
Vivir cuando me dueles
No en ti, ni aquí, más lejos;
En la tierra, en el año
De donde vienes tú,
En el amor con ella
Y todo lo que fue.
En esa realidad
Hundida que se niega
A sí misma y se empeña
En que nunca ha existido,
Que sólo fue un pretexto
Mío para vivir.
Si tú, dolor, no me quedaras
Dolor irrefutable
Yo me creería;
Pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
Que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
Tú me serás, dolor,
La prueba, a lo lejos,
De que existió, que existe,
De que me quiso, sí,
De que aún la estoy queriendo.



















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