Meira Delmar





Olga Isabel Chams Eljach

Poetisa y Profesora



Barranquilla - Colombia
21/04/1922 - 18/03/2009





CORAZÓN




Este es mi corazón. Mi enamorado
Corazón, delirante todavía.
Un ángel en azul de poesía
Le tiene para siempre traspasado.

En él, como en un río sosegado,
El cielo es de cristal y melodía.
Y a su dulce comarca llega el día
Con un paso de niño iluminado.

Este es mi corazón. La primavera
Que inaugura las rosas, vana fuera
Sin su espejo de gozo repetido.

Y vano el tiempo del amor, que mueve
Las alas de los sueños, y conmueve
La sangre con su canto sostenido.





CANCIÓN LEJANA




Y yo también como la tarde
Toda me tornaré dichosa
Para quererte y esperarte.
Iluminada de tus ojos
Vendrá la luna,
Vendrá la luna por el aire.

Tú me querrás inmensamente.
Mi corazón será infinito
Para la angustia de tu frente.
Yo te daré los sueños míos:
Amor, dolor, sencillamente.

Después será la enamorada sonrisa,
El beso, la memoria llena de ti, maravillada.
Y el gozo azul de estar contigo
Fuera del tiempo, sin palabras.

De golondrina en golondrina
Nos llegará la primavera
De la mirada pensativa.

Y un mismo cauce de dulzura
Tendrán las rosas y los días.
Yo te daré los sueños míos:
Amor, dolor, sencillamente.





ROMANCE DE BARRANQUILLA




Porque nació frente al alba
Y en el sitio de la brisa,
Le dieron un nombre claro
De flor o de lluvia fina.
Un nombre para decirlo
En medio de la sonrisa,
Enamorados los ojos
Y el corazón: ¡Barranquilla!
Porque nació frente al alba
¡Y el alba es buena madrina!

Con lino de sol y sombra
Tejieron años los días
Y una mañana sin nubes
Despertó moza la niña.

Con los cabellos al viento,
La dulce piel encendida,
Y el andar sin descanso
Tal aire de gallardía
Que el alma de las palmeras
Arrodillose vencida.
Porque nació frente al alba
¡Y el alba es buena madrina!

Breves jazmines alados
-Casi de luz detenida-
Crecen con gracia delgada
Cuando sus pasos atisban.
La tarde cuida su gozo,
La noche su sueño cuida,
Y ella se viste con seda
De flores amanecidas
Sobre la cumbre del árbol
Tan solo para vestirla.

Seda dorada del roble
Con hebras de melodía,
Seda de la acacia roja,
Seda de las campanillas
Que tienen fugaz el aire
Y como el aire palpitan.
Rodea sus altas sienes
Un vuelo de golondrinas
Y abre jacintos de oro
Su diestra mano clarísima.
Porque nació frente al alba
¡Y el alba es buena madrina!

El mar de gritos azules,
El mar del habla encendida,
Le trae canciones remotas
Y barcas de otras orillas.
El río, tenaz viajero,
Con largo asombro la mira,
Y le regala blancura
De garzas estremecidas
Que suben a la comarca
Donde la estrella se inicia.
Y el viento pirata, el viento
De clara estirpe marina,
Le ciñe el talle redondo
Con brazos de lejanía,
¡Y se la lleva consigo
Donde la tierra limita
Con el batir de campanas
De la triunfal alegría!

Porque nació frente al alba,
Y porque el alba madrina,
Le dio aquel nombre que pide,
Para decirlo, sonrisa...
El nombre que puede ser
De flor o de lluvia fina,
Y que también lleva el ángel
De júbilo: ¡Barranquilla!





ALABANZA DEL DÍA




Por ti la mariposa en el liviano
Paisaje de la brisa detenida.
Y en cada mariposa, repetida,
La danza de colores del verano.

El cielo más azul y más cercano;
Más alta la canción y más ardida
La frente de la rosa sostenida
En la palma dorada de tu mano.

Ordenas el azahar, la luz, el vuelo
De la alondra en el alba, y el desvelo
De los ángeles niños del rocío.

El tiempo te rodea, dulcemente.
Y pasas sin pasar, extrañamente,
Lo mismo que la música de un río.





DE PASO




No es el tiempo
El que pasa.
Eres tú
Que te alejas
Apresuradamente
Hacia la sombra,
Y vas dejando caer,
Como el que se despoja
De sus bienes,
Todo aquello que amaste,
Las horas
Que te hicieron la dicha,
Amigos
En quienes hubo un día
Refugio tu tristeza,
Sueños
Inacabados.
Al final, casi
Vacías las manos,
Te preguntas
En qué momento
Se te fue la vida,
Se te sigue yendo,
Como un hilo de agua
Entre los dedos.





ESTE AMOR




Como ir casi juntos
Pero no juntos,
Como
Caminar paso a paso
Y entre los dos un muro
De cristal,
Como el viento
Del sur que si se nombra
¡Viento del sur!, parece
Que se va con su nombre,
Este amor.

Como el río que une
Con sus manos de agua
Las orillas que aparta,
Como el tiempo también,
Como la vida,
Que nos huyen viviéndonos,
Dejándonos
Cada vez menos nuestros
Y más suyos,
Este amor.

Como decir mañana
Y estar pensando nunca,
Como saber que vamos
Hacia ninguna parte
Y sin embargo nada
Podría detenernos,
Como la mansedumbre
Del mar, que es el anverso
De ocultas tempestades,
Este amor.

Este desesperado amor.





DESHORA




Cuando llegué te habías
Ido del brazo de otro amor.

Y no quise decirte: "Vuelve,
Perdóname esta vez,
Se me hizo tarde,
Fue un pequeño descuido
De la vida, una leve
Distracción del destino".

Aquel silencio que selló mis labios
Me hiere todavía el corazón.





DEJO ESTE AMOR AQUÍ




Dejo este amor aquí
Para que el viento
Lo deshaga y lo lleve
A caminar la tierra.

No quiero
Su daga sobre mi pecho,
Ni su lenta
Ceñidura de espinas en la frente
De mis sueños.

Que lo mire mis ojos
Vuelto nube,
Aire de abril,
Sombra de golondrina
En los espejos frágiles
Del mar...
Trémula lluvia
Repetida sin fin sobre los árboles.

Tal vez un día, tú
Que no supiste
Retener en las manos
Su júbilo perfecto,
Conocerás su rostro en un perfume,
O en la súbita muerte de una rosa.





EL ESCUDO




Cuánto te quise, amor, cuánto te quiero,
Más allá de la vida y de la muerte.
Y aunque ya nunca más he de tenerte,
Eres de cuanto es mío lo primero.

Más que el sol del estío, verdadero,
Tu recuerdo mitiga, por mi suerte,
La sombra que me ciñe, y se convierte
En la luz que ilumina mi sendero.

Nada ni nadie desterrar haría
De mi frente aquel tiempo jubiloso
En que eterna la dicha parecía.

Contra el olvido y su tenaz acoso
Defenderá por siempre y a porfía
Su condición de escudo milagroso.





CEDROS




Mis ojos niños vieron
-Ha mucho tiempo-, alzarse
Hasta la nube un vuelo
De sucesivos verdes
Que el aire en torno
Embalsamaban
Con tranquila insistencia.

El silencio se oía como una
Música suspendida de repente,
Y en mi pecho crecía
El asombro.

La voz del padre, entonces,
Inclinose a mi oído
Para decirme, quedo:
"Son los cedros del Líbano
Hija mía.

Mil años hace, acaso
Mil más, que medran
A las plantas de Dios.
Guarda su imagen
En la frente y la sangre.
Nunca olvides
Que miraste de cerca
La belleza".

Y desde aquella hora
Tan lejana,
Algo en mí se renueva
Y estremece
Cuando topo en las hojas
De algún libro
Su memoriosa estampa.





LA HOGUERA




Esta es, amor, la rosa que me diste
El día en que los dioses nos hablaron.
Las palabras ardieron y callaron.
La rosa a la ceniza se resiste.

Todavía las horas me reviste
De su fiel esplendor. Que no tocaron
Su cuerpo las tormentas que asolaron
Mi mundo y todo cuanto en él existe.

Si cruzas otra vez junto a mi vida
Hallará tu mirada sorprendida
Una hoguera de extraño poderío.

Será la rosa que morir no sabe,
Y que al paso del tiempo ya no cabe
Con su fulgor dentro del pecho mío.





SOLEDAD




Nada igual a esta dicha
De sentirme tan sola
En mitad de la tarde
Y en mitad del trigal;
Bajo el cielo de estío,
Y en los brazos del viento,
Soy una espiga más.

Nada tengo en el alma.
Ni una pena pequeña,
Ni un recuerdo lejano
Que me hiciera soñar.
Sólo tengo esta dicha
De estar sola en la tarde
¡Con la tarde no más!

Un silencio muy largo
Va cayendo en el trigo,
Porque ya el sol se aleja
Y ya el viento se va;
¡Quién me diera por siempre
Esta dicha indecible
De ser, sola y serena,
Un milagro de paz!




Meira Delmar


MUERTE DEL OLVIDO

Se me murió el olvido
De repente.

Inesperada-
Mente,
Se le borraron las palabras
Y fue desvaneciéndose
En el viento.

En busca suya el corazón tocaba
Todas las puertas.
Nadie. Nada.

Y allí donde estuviera se instaló
De nuevo,
El doloroso amor,
El implacable,
Interminable-
Mente.







Meira Delmar


MUERTE MÍA

La muerte no es quedarme
Con las manos ancladas
Como barcos inútiles
A mis propias orillas,
Ni tener en los ojos,
Tras la sombra del párpado
El último paisaje
Hundiéndose en sí mismo.

La muerte no es sentirme
Fija en la tierra oscura
Mientras mueve la noche
Su gajo de luceros,
Y mueve el mar profundo
Las naves y los peces,
Y el viento mueve estíos,
Otoños, primaveras.

¡Otra cosa es la muerte!

Decir tu nombre una
Y otra vez en la niebla
Sin que tornes el rostro
A mi rostro, es la muerte.
Y estar de ti lejana
Cuando dices "La tarde
Vuela sobre las rosas
Como un ala de oro".

La muerte es ir borrando
Caminos de regreso
Y llegar con mis lágrimas
A un país sin nosotros
Y es saber que pregunta
Mi corazón en vano
Por tu melancolía.

Otra cosa es la muerte.





Reseña biográfica

Olga Isabel Chams Eljach, poeta colombiana nacida en Barranquilla en 1922, es hija de padres oriundos de Líbano, Medio Oriente.
Desde 1937, cuando le publicaron sus primeros poemas en la revista Vanidades de La Habana, la poeta adoptó el seudónimo de Meira Delmar.
Estudió en el Conservatorio Pedro Biava de su ciudad natal, en el cual fue luego profesora de Historia del Arte y Literatura, materias que había cursado en Roma.
La Universidad del Atlántico le confirió el doctorado Honoris Causa en Letras, es miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua y dirigió por muchos años la Biblioteca Pública del Atlántico.
Su poesía, caracterizada por una dulce sensualidad, está contenida en los siguientes libros:
«Alba del olvido», «Sitio del amor», «Verdad del sueño», «Secreta isla», «Reencuentro», «Laud memorioso», «Huésped sin sombra», «Alguien pasa» y «Viaje al ayer», entre otros.
Falleció en Marzo de 2009.



















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