Kathleen Raine





Kathleen Jessie Raine

Poetisa, crítica literaria



Ilford (Essex)- Reino Unido
14/06/1908 - 06/07/2003





DE MUJER A AMANTE




Soy fuego
Aquietado en agua,
Una ola
Que se alza del abismo.
En mis venas
La marea regida por la Luna se levanta
En un árbol de flores
Esparcidas en espuma del mar.
Soy aire
Atrapado en una red,
El pájaro profético
Que canta en un cielo reflejado.
Soy un sueño antes de la nada,
Soy una corona de estrellas,
Soy el modo de morir.





LA PITONISA




Yo soy esa cueva donde la serpiente ronda
Cuyo ombligo engendra los destinos de los hombres.
Toda sabiduría procede de un agujero en la tierra:
Los dioses se forman en mi tiniebla y vuelven a disolverse.
De mi vientre ciego surgen todos los reinos
Y desde mi tumba siete durmientes profetizan.
Ningún bebé nonato que no despierte a mi sueño,
Ningún amante que por último en mí deje de yacer sepultado.
Yo soy ese temido y anhelado lugar ardiente
Donde hombre y fénix se consumen
Y de mi lecho maculado y mezquino se levantan
Nuevos hijos, nuevos soles, nuevos cielos.





EL JACINTO




El tiempo desvela en una flor de campanas
los misterios de su oculto lecho,
altar de inmemoriales células
cuyas generaciones nunca fenecieron.
Así brotan ángeles de la sagrada flor,
así del retoño tenebroso cuelgan mundos de luz.
El amor sembró los elementos en la raíz que da vida,
liberadas estas flores surgen del amor.

El soplo de vida de la oscuridad forma hojas,
cada célula que nace
bebe del manantial de estrellas
la leche oscura de la paz celeste.

El jacinto brota sobre una estrella negra:
veo la eternidad cediendo espacio al amor.
Es el mundo manifestándose en flor
rosa de vida, paloma y azucena.





LUZ EN EL AGUA




Brillante
Miríada instantáneas gotas de lluvia aterrizando en una corriente
Que sin quiebro hacia abajo se ha deslizado y sigue
Desde que este paraje familiar un día fue mi casa,
Cada una al aterrizar destella el fulgor del sol y se desvanece
Y otra, otra, y otra viene a mi encuentro,
Ángel tras ángel tras ángel, su punto danzante
Siempre aquí y ahora,
La misma brillante innumerable compañía que llega
De nuevo el presente absolviendo siempre del fluir del tiempo.

Anciana sé ahora

¡Cuántas, cuántas, cuántas epifanías de luz!





VELO




Ese verde jardín, esas rosas
ocultan, desocultan
terrores de tormenta,
terrores de fuegos,
terrores de mares.
Cada hoja de hierba
revela y vela
terrores de fuego,
terrores de agua,
terrores de sueño,
terrores de rosas.





EL MOMENTO




Para escribir todo lo que contengo en este momento
Tendría que verter el desierto a través de un reloj de arena,
El mar a través de un reloj de agua,
Grano a grano y gota a gota
De los mares y arenales sin huellas, inconmensurables, mudables.
Porque los días y las noches de la tierra están rompiendo sobre mí,
Las mareas y arenas están corriendo a través de mí,
Y sólo dos manos y un corazón tengo para sostener
El desierto y el mar.
De todo ello, ¿qué puedo contener? Se me escapa y elude,
Las olas me arrojan a lo lejos,
El desierto se desliza bajo mis pies.





UN SUEÑO




Estas aves de sueño,
Que giran tan alto como águilas en los cielos del sueño,
Que descienden a posarse en los árboles...
Vi con asombro aves del paraíso,
Iridescente, luminoso
Su plumaje, y otras, como palomas, grises.
De nuevo hacia aquel cielo interior emergieron, pero entonces
Regresaron una vez más a esperar. ¿Son esas
Aves de las imágenes campestres del alma,
De la tierra, recordadas? Pavos reales
Que adornan miniaturas de Brindavan, o páginas persas
Pintadas con dos pelos de ardilla por artesanos
Expertos en maravillas,
¿Son ellos de cielos interiores o exteriores,
Esplendor de la naturaleza, o del recuerdo?
¿O son los ocelos enjoyados de los pavones terrestres
Espejos del paraíso? Sus plumas
Que hacen rielar la luz son sólo polvo
De la tierra, su brillo en el ojo del que mira.
¿Dónde, de qué tierra son?
O cuándo polvo y espíritu
Se separaron de modo que criaturas de barro
No significaron ya el cielo,
De nuestro mundo real ¿se alejan volando las aves del cielo?





OCULTO




Hoy la cortina está echada
El velo cubre la cara,
El mundo sólo su aspecto,
Árbol, pared de ladrillo,
Polvorientas hojas
De hiedra, un pájaro
Sacudido el polvo
Cuyo color comparte. Nada
Significa o es.
Sin embargo, vi alguna vez
La trama de luz
que todo esto configura
De modo distinto a este.
Haber visto
Es siempre saber.





TU DON FUE LA OCIOSIDAD




Tu don fue la ociosidad,
el modo en que descuidabas tu quehacer diario
para maravillarte con el rebrote de una flor,
el temblor de una hoja, el velo de una araña
sobre la rociada en el despliegue de la mañana.
Estos eran tus pensamientos errantes, extraviados
en la mente veleidosa
del cielo etéreo y la nube viajera,
de la campánula y la colina de brezo,
mundo infinito, donde podías perder
memoria, identidad y nombre
y todo lo que contemplabas, renacía,
ala de insecto y malla de estrellas
o la plata reluciente de la semilla por el viento llevada
eternamente a la deriva inmune al tiempo.
¿Qué tiene que ver la ilimitada vida
con la sepultura del cuerpo y con el vientre,
lapso de vida y espacio escaso?





NATARAJA




Tiempo, ritmo
De formas que se abren,
Formas que pasan,
Perfectas o dañadas,
El pie del Dios
Está sobre el mundo,
Terrible danzante
Cuyas hollantes huellas
Aplastan el bien y el mal,
El fluir de su río
En nuestra sangre está,
Fin y principio
Latido del corazón
Nuestro todo, nuestra nada.
Destructor de mundos,
Purificador,
Su paso indiferente,
Su atuendo rojo.





PURIFICAD




Purifica mi pena,
Lluvia que lloras,
Nubes arrastradas
Sobre países donde se ignora
De qué corazón corren las lágrimas del mundo.

Purificad
Mi pena, rayos radiantes
De la luz del sol que se aleja para siempre
De aquí y ahora, donde yazgo.

Purifica
La pena del corazón en el polvo, en la tumba
Y el surco donde se siembra el trigo
Fin y principio.

Purificadora yo clamo
Con el soplo de los vivos,
Tan alto como la desesperación, o bajo
como un suspiro, voz
del aire, de los vientos
que para siempre suena
en la euritmia de los astros.





INVOCACIÓN




Hay un poema en la senda,
hay un poema que me circunda,
el poema está en el futuro cercano,
el poema está en el éter,
encima de las brumas de la atmósfera
oscila; es un espíritu
y yo lo haré encarnar.

Que sude mi cuerpo,
que las serpientes atormenten mi pecho,
que estén ciegos mis ojos, mis oídos sordos, mis
manos enloquecidas,
mi boca reseca, mi útero cortado,
mi vientre acuchillado, mi espalda azotada,
mi lengua desgarrada como una lonja de cuero,
que se inserten en mis pechos las piedras de granizo,
que yo esté decapitada,

Si tan sólo mis labios pueden hablar,
si tan sólo Dios puede acudir.







Kathleen Raine


UN GOLEM PARA KATHLEEN RAINE

Camina por la senda de los locos afanes
en sus manos un arco de papel, y de flecha
un grafito gastado cuya punta es el rayo
que pretende a las nubes dar mortal estocada,

y la lluvia que caiga des-engrille zapatos
que en pantanos evitan el despegue anhelado
de lograr en el viento en su vuelo entre ocasos
generar el más noble y sutil de los versos,

que le dice a la rosa del color que ignoraba
pues le obsequia un espejo que enfrentado al del ciego
infinitan recuerdo en lugar del olvido
y es Elal que renace cabalgando en el cisne,

serpentea cual lava parturienta de islas
esperanza-amalgama por el grito de Camus
la balanza hacia el sitio del que sufre la historia
por rojizos-verdosos que denuncia Cantinflas,

y ya no hacen falta a los labios, palabras
y ese Dios va al encuentro de los sueños de Rilke
y penetra en el vientre de un eterno poema
para ser nada menos: aquél Hijo del Hombre.







Kathleen Raine


PENSABA ESCRIBIR UN POEMA DISTINTO

Pensaba escribir un poema distinto,
Pero al detenerme un momento en el jardín lleno de maleza,
Capté de pronto el paraíso descendiendo en el sol de la mañana
Que se filtraba por las hojas,
Iluminando el parco suelo londinense, tocando con verde
Transparencia las células de la vida.
El mirlo bajó de un salto, el petirrojo y el gorrión acudieron
Y el zorzal, cuyo nido se esconde
Por ahí, estará, sin duda, entre los edificios invasores
Cuyos muros se aproximan,
Más para los pájaros del jardín, desde una manguera,
Inagotables aguas vivas llenan un pilón de piedra.
Pienso que pronto será hora
De volver a casa, a las labores del día.
Pero aquí el tiempo no va ni viene.
Los pájaros no huyen a toda prisa, su día
No empieza ni acaba.
¿Por qué no puedo quedarme? Por qué dejar
El aquí, donde es siempre,
Y el tiempo sólo nos conduce lejos
De este oculto siempre-presente sencillo lugar.





Reseña biográfica

Kathleen Jessie Raine (Ilford (Essex), 14 de junio de 1908 - Londres, 6 de julio de 2003) fue una poetisa y crítica literaria británica. Fue una de los miembros fundadores de la Temenos Academy.

Su madre era escocesa y sus padres se conocieron cuando ambos estudiaban en el Armstrong College en Newcastle upon Tyne.

Raine pasó gran parte de la Primera Guerra Mundial con su tía Peggy Black Northumberland. La región sirvió de inspiración para muchas de sus poesías posteriores. Sus experiencias allí son descritas en el primer libro de su autobiografía, Farewell Happy Fields (1973).

Fue educada en la County High School en Ilford y posteriormente estudió ciencias y psicología Girton College, Cambridge, en donde obtuvo una maestría en 1929. En Cambridge tuvo la oportunidad de conocer a Jacob Bronowski, William Empson, Humphrey Jennings y Malcolm Lowry. Durante sus últimos años, mantuvo una amistad con el escritor cabalístico Z'ev ben Shimon Halevi.

Su primer libro de poesía, Stone And Flower (1943), fue publicado por Meary James Thurairajah Tambimuttu e ilustrado por Barbara Hepworth. En 1946, lanzó el poemario Living in Time, seguido por The Pythoness en (1949). En 2000, publicó Collected Poems, en el cual recolecta poemas de los once poemarios que publicó previamente.

Su obra en prosa más conocida es su autobiografía en tres volúmenes. Inicialmente, cada volumen fue publicado por aparte y posteriormente se publicó de manera completa, editado por Lucien Jenkins.

Raine también realizó varias traducciones, incluyendo La prima Bette (1948) y Las ilusiones perdidas (1951) de Honoré de Balzac.

Raine contribuyó frecuentemente con la revista académica Studies in Comparative Religion, la cual se enfocaba en simbolismos religiosos. En 1981, fundó la pulbicación Temenos y, en 1990, cofundó la Temenos Academy of Integral Studies, una institución académica especializada en filosofía y su relación con la poesía y la cultura.

Raine fue investigadora en el Girton College entre 1955 y 1961. Durante 1962, fue la Andrew Mellon Lecturer en la Galería Nacional de Arte en Washington D. C. Raine también enseñó una clase de Mitología y Literatura en Universidad Harvard durante un verano.

Raine tuvo una vida privada tumultuosa. Estuvo casada con Hugh Sykes Davies, a quien ella abandonó por Charles Madge, con quien se casó y tuvo dos hijos (Anna y James Wolf), aunque el matrimonio se separaría posteriormente.

También mantuvo un amorío con el autor Gavin Maxwell, pero su relación terminó en 1956.

Raine murió en Londres, poco después de sufrir un accidente.













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