Alejandra Pizarnik
Poetisa
Buenos Aires - Argentina
29/04/1936 - 25/09/1972
LA ENAMORADA
Esta lúgubre manía de vivir
Esta recóndita humorada de vivir
Te arrastra, Alejandra, no lo niegues.
Hoy te miraste en el espejo
Y te fue triste, estabas sola
La luz rugía, el aire cantaba
Pero tu amado no volvió.
Enviarás mensajes, sonreirás
Tremolarás tus manos, así volverá
Tu amado tan amado.
Oyes la demente sirena que lo robó
El barco con barbas de espuma
Donde murieron las risas
Recuerdas el último abrazo
Oh nada de angustias
Ríe en el pañuelo, llora a carcajadas
Pero cierra las puertas de tu rostro
Para que no digan luego
Que aquella mujer enamorada fuiste tú.
Te remuerden los días,
Te culpan las noches,
Te duele la vida tanto, tanto,
Desesperada, ¿a dónde vas?
Desesperada, ¡nada más!
LA JAULA
Afuera hay sol.
No es más que un sol
Pero los hombres lo miran
Y después cantan.
Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
Y el sermón caliente
Del último viento.
Sé gritar hasta el alba
Cuando la muerte se posa desnuda
En mi sombra.
Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche y barcos
Sedientos de realidad
Bailan conmigo.
Yo oculto clavos
Para escarnecer a mis sueños enfermos.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
CAMINOS DEL ESPEJO
I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.
II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.
III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.
IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.
V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.
VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.
VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.
VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.
IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.
X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.
XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.
XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.
XIII
Aún si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.
XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.
XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.
XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.
XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.
XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.
XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.
A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD
Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo, desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
Perdidas en el canto de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.
Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos.
EL DESPERTAR
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Y se ha volado
Y mi corazón está loco
Porque aúlla a la muerte
Y sonríe detrás del viento
A mis delirios.
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo.
Ya no baila la luz en mi sonrisa
Ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
Y se han ido donde la muerte
Enseña a vivir a los muertos.
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
Que beben de mi sangre.
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
Oír a los condenados gritar
Contemplar a cada uno de mis nombres
Ahorcados en la nada.
Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
Y sin embargo no dicen nada.
Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
O simplemente fue.
¿Cómo no me suicido frente a un espejo
Y desaparezco para reaparecer en el mar
Donde un gran barco me esperaría
Con las luces encendidas?
¿Cómo no me extraigo las venas
Y hago con ellas una escala
Para huir al otro lado de la noche?
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual.
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
Porque aún no les enseñaron
Que ya es demasiado tarde.
Señor
Arroja los féretros de mi sangre.
Recuerdo mi niñez
Cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
Porque la danza salvaje de la alegría
Les destruía el corazón.
Recuerdo las negras mañanas de sol
Cuando era niña
Es decir ayer
Es decir hace siglos.
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Y ha devorado mis esperanzas.
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo.
LA LUZ CAÍDA DE LA NOCHE
Vierte esfinge
Tu llanto en mi delirio
Crece con flores en mi espera
Porque la salvación celebra
El manar de la nada
Vierte esfinge
La paz de tus cabellos de piedra
En mi sangre rabiosa
Yo no entiendo la música
Del último abismo
Yo no sé del sermón
Del brazo de hiedra
Pero quiero ser el pájaro enamorado
Que arrastra a las muchachas
Ebrias de misterio
Quiero al pájaro sabio en amor.
El único libre.
HIJA DEL VIENTO
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
A carencias,
A llanto.
Pero tú alimentas al miedo
Y a la soledad
Como a dos animales pequeños
Perdidos en el desierto.
Han venido
A incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
Como la serpiente loca de movimiento
Que sólo se halla a sí misma
Porque no hay nadie.
Tú lloras debajo del llanto,
Tú abres el cofre de tus deseos
Y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
Que las palabras se suicidan.
ÁRBOL DE DIANA
1
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
Y he cantado la tristeza de lo que nace.
2
Estas son las versiones que nos propone:
Un agujero, una pared que tiembla...
3
Sólo la sed
El silencio
Ningún encuentro
Cuídate de mí, amor mío
Cuídate de la silenciosa en el desierto
De la viajera con el vaso vacío
Y de la sombra de su sombra.
4
Ahora bien:
Quién dejará de hundir su mano en busca
Del tributo para la pequeña olvidada. El frío
Pagará. Pagará el viento. La lluvia pagará.
Pagará el trueno.
5
Por un minuto de vida breve
Única de ojos abiertos
Por un minuto de ver
En el cerebro flores pequeñas
Danzando como palabras en la boca de un mudo.
6
Ella se desnuda en el paraíso
De su memoria
Ella desconoce el feroz destino
De sus visiones
Ella tiene miedo de no saber nombrar
Lo que no existe.
7
Salta con la camisa en llamas
De estrella a estrella,
De sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
La que ama al viento.
8
Memoria iluminada, galería donde vaga
La sombra de lo que espero. No es verdad
Que vendrá. No es verdad que no vendrá.
9
A Aurora y Julio Cortázar.
Estos huesos brillando en la noche,
Estas palabras como piedras preciosas
En la garganta viva de un pájaro petrificado,
Este verde muy amado,
Este lila caliente,
Este corazón sólo misterioso.
10
Un viento débil
Lleno de rostros doblados
Que recorto en forma de objetos que amar.
11
Ahora
En esta hora inocente
Yo y la que fui nos sentamos
En el umbral de mi mirada.
12
No más las dulces metamorfosis de una niña de seda
Sonámbula ahora en la cornisa de niebla
Su despertar de mano respirando
De flor que se abre al viento.
13
Explicar con palabras de este mundo
Que partió de mí un barco llevándome.
14
El poema que no digo, ... seguido
El que no merezco.
Miedo de ser dos
Camino del espejo:
Alguien en mí dormido
Me come y me bebe.
15
Extraño desacostumbrarme
De la hora en que nací.
Extraño no ejercer más
Oficio de recién llegada.
16
Has construido tu casa
Has emplumado tus pájaros
Has golpeado al viento
Con tus propios huesos
Has terminado sola
Lo que nadie comenzó.
17
Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días
Sonámbula y transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta,
Se cuenta casos y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo y me
Lloro en mis numerosos funerales. (Ella es su espejo incendiado, su
Espera en hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de
Nombres creciendo solos en la noche pálida).
20
A Laure Bataillon.
Dice que no sabe del miedo, de la muerte, del amor
Dice que tiene miedo de la muerte, del amor
Dice que el amor es muerte, es miedo
Dice que la muerte es miedo, es amor
Dice que no sabe.
21
He nacido tanto
Y doblemente sufrido
En la memoria de aquí y de allá.
22
En la noche
Un espejo para la pequeña muerta
Un espejo de cenizas.
23
Una mirada desde la alcantarilla
Puede ser una visión del mundo
La rebelión consiste en mirar una rosa
Hasta pulverizarse los ojos.
32
Zona de plagas donde la dormida come lentamente
Su corazón de medianoche.
33
Alguna vez
Alguna vez tal vez
Me iré sin quedarme
Me iré como quien se va.
34
La pequeña viajera
Moría explicando su muerte
Sabios animales nostálgicos
Visitaban su cuerpo caliente.
35
A Ester Singer.
Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de
Fuego, de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche,
Déjate caer y doler, mi vida.
37
Más allá de cualquier zona prohibida
Hay un espejo para nuestra triste transparencia.
38
Este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas
Este canto me desmiente, me amordaza.
EXILIO
Esta manía de saberme ángel,
Sin edad,
Sin muerte en qué vivirme,
Sin piedad por mi nombre
Ni por mis huesos que lloran vagando.
¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
Un miedo, algo horrible,
Aunque fuere con plumas,
Aunque fuere con sonrisas?
Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
Sólo abraza a lo que fluye
Como lava del infierno:
Una logia callada,
Fantasmas en dulce erección,
Sacerdotes de espuma,
Y sobre todo ángeles,
Ángeles bellos como cuchillos
Que se elevan en la noche
Y devastan la esperanza.
PEREGRINAJE
Llamé, llamé como la náufraga dichosa
A las olas verdugas
Que conocen el verdadero nombre
De la muerte.
He llamado al viento,
Le confié mi deseo de ser.
Pero un pájaro muerto
Vuela hacia la desesperanza
En medio de la música
Cuando brujas y flores
Cortan la mano de la bruma.
Un pájaro muerto llamado azul.
No es la soledad con alas,
Es el silencio de la prisionera,
Es la mudez de pájaros y viento,
Es el mundo enojado con mi risa
O los guardianes del infierno
Rompiendo mis cartas.
He llamado, he llamado.
He llamado hacia nunca.
CENIZAS
La noche se astilló de estrellas
Mirándome alucinada
El aire arroja odio
Embellecido su rostro
Con música.
Pronto nos iremos.
Arcano sueño
Antepasado de mi sonrisa
El mundo está demacrado
Y hay candado pero no llaves
Y hay pavor pero no lágrimas.
¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te...
La noche sufre.
LA ÚLTIMA INOCENCIA
Partir
En cuerpo y alma
Partir.
Partir
Deshacerse de las miradas
Piedras opresoras
Que duermen en la garganta.
He de partir
No más inercia bajo el sol
No más sangre anonadada
No más fila para morir.
He de partir
Pero arremete, ¡viajera!
Alejandra Pizarnik
FRAGMENTOS PARA DOMINAR EL SILENCIO
I
Las fuerzas del lenguaje son
Las damas solitarias, desoladas,
Que cantan a través de mi voz
Que escucho a lo lejos.
Y lejos, en la negra arena,
Yace una niña densa de música ancestral.
¿Dónde la verdadera muerte?
He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz.
Los ramos se mueren en la memoria.
La yacente anida en mí con su máscara de loba.
La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.
II
Cuando a la casa del lenguaje
Se le vuela el tejado y las palabras
No guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron
Dentro de sus máscaras aunque regresarán
Para sollozar entre flores.
No es muda la muerte. Escucho
El canto de los enlutados sellar
Las hendiduras del silencio.
Escucho tu dulcísimo llanto
Florecer mi silencio gris.
III
La muerte ha restituido al silencio
Su prestigio hechizante.
Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo.
Aún si el poema (aquí, ahora)
No tiene sentido, no tiene destino.
Alejandra Pizarnik
SOLAMENTE
Ya comprendo la verdad.
Estalla en mis deseos
Y mis desdichas
En mis desencuentros
En mis desequilibrios
En mis delirios
Ya comprendo la verdad
Ahora
A buscar la vida.
Reseña biográfica
Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires, el 29 de Abril de 1936, en una familia de inmigrantes de europa oriental.
Estudió filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires y, mas tarde, pintura con Juan Batlle Planas.
Entre 1960 y 1964, Pizarnik vivió en París donde trabajó para la revista "Cuadernos" y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona.
Luego de su retorno a Buenos Aires, Pizarnik publicó tres de sus principales volúmenes, "Los trabajos y las noches", "Extracción de la piedra de locura" y "El infierno musical", así como su trabajo en prosa "La condesa sangrienta".
En 1969 recibió una beca Guggenheim, y en 1971 una Fullbright.
El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica siquiátrica donde estaba internada, Pizarnik murió de una sobredosis intencional de seconal.
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