Jaime Sabines





Jaime Sabines Gutiérrez

Escritor, poeta, político



Tuxtla Gutiérrez - México
25/03/1926 - 19/03/1999





LA LUNA




La luna se puede tomar a cucharadas
O como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
Y también alivia
A los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
Es mejor amuleto que la pata de conejo:
Sirve para encontrar a quien se ama,
Para ser rico sin que lo sepa nadie
Y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
Cuando no se han dormido,
Y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
Ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna
Debajo de tu almohada
Y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
Para cuando te ahogues,
Y dale la llave de la luna
A los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
Y para los condenados a vida
No hay mejor estimulante que la luna
En dosis precisas y controladas.





AYER ESTUVE OBSERVANDO




Ayer estuve observando a los animales
Y me puse a pensar en ti.
Las hembras son más tersas,
Más suaves y más dañinas.
Antes de entregarse maltratan al macho,
O huyen, se defienden.

¿Por qué? Te he visto a ti también,
Como las palomas, enardeciéndote
Cuando yo estoy tranquilo.
¿Es que tu sangre y la mía se encienden
A diferentes horas?

Ahora que estás dormida debías responderme.
Tu respiración es tranquila y tienes
El rostro desatado y los labios abiertos.
Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.

¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues,
De mi costado? ¿No me dueles?

Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño
Y me abrazas y me envuelves y te cierras
Como la flor con el insecto,
Sé algo, sabemos algo.
La hembra es siempre más grande, de algún modo.

Nosotros nos salvamos de la muerte.
¿Por qué? Todas las noches nos salvamos.
Quedamos juntos, en nuestros brazos,
Y yo empiezo a crecer como el día.

Algo he de andar buscando en ti,
Algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.

¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar,
Para ver, como un tercer ojo,
Como otro pie que sólo yo sé que tuve.





TRATO DE ESCRIBIR EN LA OSCURIDAD TU NOMBRE




Trato de escribir en la oscuridad tu nombre,
De escribir que te amo.
Trato de decir a oscuras todo esto.
No quiero que nadie se entere,
Que nadie me mire a las tres
De la mañana paseando de un lado
A otro de la estancia,
Loco, lleno de ti, enamorado.
Iluminado, ciego,
Lleno de ti, derramándote.

Digo tu nombre con todo el silencio de la noche,
Lo grita mi corazón amordazado.
Repito tu nombre, vuelvo a decirlo,
Lo digo incansablemente, y estoy seguro
Que habrá de amanecer.





TU CUERPO ESTA A MI LADO




Tu cuerpo está a mi lado
Fácil, dulce, callado.
Tu cabeza en mi pecho se arrepiente
Con los ojos cerrados
Y yo te miro y fumo
Y acaricio tu pelo, enamorado.
Esta mortal ternura con que callo
Te está abrazando a ti mientras yo tengo
Inmóviles mis brazos.
Miro mi cuerpo, el muslo
En que descansa tu cansancio,
Tu blando seno oculto y apretado
Y el bajo y suave respirar de tu vientre
Sin mis labios.
Te digo a media voz
Cosas que invento a cada rato
Y me pongo de veras triste y solo
Y te beso como si fueras tu retrato.
Tú, sin hablar, me miras
Y te aprietas a mí y haces tu llanto
Sin lágrimas, sin ojos, sin espanto.
Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas
Se ponen a escuchar lo que no hablamos.





NO ES NADA DE TU CUERPO




No es nada de tu cuerpo,
Ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
Ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
Fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca
Que es igual que tu sexo-,
Ni la reunión exacta de tus pechos,
Ni tu espalda dulcísima y suave,
Ni tu ombligo, en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
Ni tus rodillas de marfil al fuego,
Ni tus pies diminutos y sangrantes,
Ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
Triste luz descarriada, paz sin dueño,
Ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
Ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
Flecha de avispas en el aire ciego,
Ni la humedad caliente de tu asfixia
Que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
Ni una brizna, ni un pétalo,
Ni una gota, ni un gramo, ni un momento:

Es sólo este lugar donde estuviste,
Estos mis brazos tercos.





BAJO MIS MANOS CRECE




Bajo mis manos crece, dulce, todas las noches.
Tu vientre manso, suave, infinito.
Bajo mis manos que pasan y repasan midiéndolo, besándolo;
Bajo mis ojos que lo quedan viendo toda la noche.

Me doy cuenta de que tus pechos crecen también,
Llenos de ti, redondos y cayendo.
Tú tienes algo. Ríes, miras distinto, lejos.

Mi hijo te está haciendo más dulce, te hace frágil.
Suenas como la pata de la paloma al quebrarse.

Guardadora, te amparo contra todos los fantasmas;
Te abrazo para que madures en paz.





YO NO LO SÉ DE CIERTO




Yo no lo sé de cierto, pero supongo
Que una mujer y un hombre
Algún día se quieren,
Se van quedando solos poco a poco,
Algo en su corazón les dice que están solos,
Solos sobre la tierra se penetran,
Se van matando el uno al otro.
Todo se hace en silencio. Como
Se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.

Cualquier día despiertan, sobre brazos;
Piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.

Yo no lo sé de cierto. Lo supongo.





EN LAS SOMBRAS ESTABAN SUS OJOS




En la sombra estaban sus ojos
Y sus ojos estaban vacíos
Y asustados y dulces y buenos
Y fríos.

Allí estaban sus ojos y estaban
En su rostro callado y sencillo
Y su rostro tenía sus ojos
Tranquilos.

No miraban, miraban, qué solos
Y qué tiernos de espanto, qué míos,
Me dejaban su boca en los labios
Y lloraban un aire perdido
Y sin llanto y abiertos y ausentes
Y distantes, distantes y heridos
En la sombra en que estaban, estaban
Callados, vacíos.

Y una niña en sus ojos sin nadie
Se asomaba sin nada a los míos
Y callaba y miraba y callaba
Y sus ojos abiertos y limpios,
Piedra de agua, me estaban mirando
Más allá de mis ojos sin niños
Y qué solos estaban, qué tristes,
Qué limpios.

Y en la sombra en que estaban sus ojos
Y en el aire sin nadie, afligido,
Allí estaban sus ojos y estaban
Vacíos.





ME DUELES




Me dueles.
Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza, córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.

Entre los escombros de mi alma búscame,
Escúchame.
En algún sitio mi voz, sobreviviente, llama,
Pide tu asombro,
Tu iluminado silencio.

Atravesando muros, atmósferas, edades,
Tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
Viene desde la muerte, desde antes
Del primer día que despertara al mundo.

¡Qué claridad tu rostro, qué ternura
De luz ensimismada,
Qué dibujo de miel sobre hojas de agua!

Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
Como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
Del suelo, de la sombra que pisas,
Del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
Y quiero vivir, vivir, vivir.





ME DOY CUENTA DE QUE ME FALTAS




Me doy cuenta de que me faltas
Y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
Pero todo es inútil.
Cuando me quedo solo
Me quedo más solo
Solo por todas partes y por ti y por mí.
No hago sino esperar.
Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
Y no estás y no has llegado
Y me quedo dormido
Y terriblemente cansado
Preguntando.
Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
Y cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un círculo,
Como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,
En mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.
Estoy arruinado de mis huesos,
Todo es pesadumbre.





NO ES QUE MUERA DE AMOR, MUERO DE TÍ




Muero de ti, amor, de amor de ti,
De urgencia mía de mi piel de ti,
De mi alma de ti y de mi boca
Y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mí, muero de ambos,
De nosotros, de ese,
Desgarrado, partido,
Me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
En mi cama en que faltas,
En la calle donde mi brazo va vacío,
En el cine y los parques, los tranvías,
Los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
Y mi mano tu mano
Y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
Para que estés fuera de mí,
Y en el lugar en que el aire se acaba
Cuando te echo mi piel encima
Y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
Dichosa, penetrada, y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
Entre los dos, ahora, separados,
Del uno al otro, diariamente,
Cayéndonos en múltiples estatuas,
En gestos que no vemos,
En nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
Que no muerdo ni beso,
En tus muslos dulcísimos y vivos,
En tu carne sin fin, muero de máscaras,
De triángulos obscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
De nuestra muerte, amor, muero, morimos.

En el pozo de amor a todas horas,
Inconsolable, a gritos,
Dentro de mí, quiero decir, te llamo,
Te llaman los que nacen, los que vienen
De atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
Sino morirnos más, hora tras hora,
Y escribirnos y hablarnos y morirnos.





ESPERO CURARME DE TI




Espero curarme de ti en unos días.
Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible.
Siguiendo las prescripciones de la moral en turno.
Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?
No es mucho, ni es poco, es bastante.
En una semana se puede reunir todas las palabras de amor
Que se han pronunciado sobre la tierra y
Se les puede prender fuego.
Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado.
Y también el silencio. Porque las mejores palabras de amor
Están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral
Y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero
Cuando digo: "qué calor hace", "dame agua",
"¿Sabes manejar?", "se hizo de noche"
Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías,
Te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero").

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo.
Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras:
Guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura.
No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana
Para entender las cosas. Porque esto es muy parecido
A estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.







Jaime Sabines


LENTO, AMARGO ANIMAL

Lento, amargo animal
Que soy, que he sido,
Amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
Que en la primera generación del hombre pedía a Dios.

Amargo como esos minerales amargos
Que en las noches de exacta soledad
-Maldita y arruinada soledad
Sin uno mismo-
Trepan a la garganta
Y, costras de silencio,
Asfixian, matan, resucitan.

Amargo como esa voz amarga
Prenatal, presubstancial, que dijo
Nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
Que murió nuestra muerte,
Y que en todo momento descubrimos.

Amargo desde dentro,
Desde lo que no soy,
-Mi piel como mi lengua-
Desde el primer viviente,
Anuncio y profecía.

Lento desde hace siglos,
Remoto -nada hay detrás-,
Lejano, lejos, desconocido.

Lento, amargo animal
Que soy, que he sido.







Jaime Sabines


CUANDO TENGAS GANAS DE MORIRTE

Cuando tengas ganas de morirte
Esconde la cabeza bajo la almohada
Y cuenta cuatro mil borregos.
Quédate dos días sin comer
Y veras qué hermosa es la vida:
Carne, frijoles, pan.
Quédate sin mujer: verás.
Cuando tengas ganas de morirte
No alborotes tanto: muérete
Y ya.





Reseña biográfica


Poeta y ensayista mexicano nacido en Tuxtla Gutiérrez en 1926.
Se radicó en Ciudad de México desde 1949 cuando inició sus estudios de Filosofía y Letras.
Aunque escribió sus primeros poemas antes de los dieciocho años, fue allí en la universidad donde publicó «Horal» a la edad de veintitrés años.
Un recuento de sus poemas fue publicado por la UNAM en 1962.
En 1965 tras su visita a Cuba para servir como jurado del Premio Casa de las Américas, sufrió un gran desencanto con las tendencias izquierdistas, sentimiento que dejó plasmado en su libro «Yuria» publicado en 1967.
Su obra tiene un marcado acento informal que lo convierte en un poeta de todos los tiempos.
Su prosa vehemente y su verso sentido y sensual, nos hacen viajar por un mundo de realidades vividas.
En 1985 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
En 1986, con motivo de sus sesenta años, fue homenajeado por la UNAM y el INBA.
Ese mismo año el Gobierno del Estado de Tabasco le entregó el Premio Juchimán de Plata.
En 1991, el Consejo Consultivo le otorgó la Presea Ciudad de México y en 1994 el Senado de la República lo condecoró con la medalla Belisario Domínguez.
Por su libro «Pieces of Shadow» («Fragmentos de sombra»), antología de su poesía traducida al inglés y editada en edición bilingüe, obtuvo el Premio Mazatlán de Literatura 1996.
Tras una larga enfermedad falleció en Ciudad de México en 1999.



















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