Emily Elizabeth Dickinson
Poetiza
Amherst, Massachusetts - Estados Unidos
10/12/1830 - 15/05/1886
ALTIVEZ
Sólo sabemos toda nuestra altura
si alguien le dice a nuestro ser: ¡Levanta!
Y entonces, fiel consigo, se agiganta
hasta llegar al cielo su estatura.
De la vida común sería ley
el heroísmo en el humano ruedo
si no nos doblegáramos al miedo
de vernos y sentirnos como un rey.
EN MI JARDÍN AVANZA UN PÁJARO
En mi jardín avanza un pájaro
sobre una rueda con rayos
de música persistente
como un molino vagabundo
jamás se demora
sobre la rosa madura
prueba sin posarse
elogia al partir,
cuando probó todos los sabores
su cabriolé mágico
va a remolinear en lontananzas
entonces me acerco a mi perro,
y los dos nos preguntamos
si nuestra visión fue real
o si habríamos soñado el jardín
y esas curiosidades
¡pero él, por ser más lógico,
señala a mis torpes ojos
las vibrantes flores!
¡Sutil respuesta!
CUANDO CUENTO LAS SEMILLAS...
Cuando cuento las semillas
sembradas allá abajo
para florecer así, lado a lado;
Cuando examino a la gente
que tan bajo yace
para llegar tan alto;
Cuando creo que el jardín
que no verán los mortales
siega el azar sus capullos
y sortea a esta abeja,
puedo prescindir del verano, sin queja.
A UNA CASA ROSA NO TE ACERQUES
A una casa de rosa no te acerques
demasiado, que estragos de una brisa
o el rocío inundándola -una gota-
abatirán su muro, amedrentado.
Y atar no intentes a la mariposa,
ni escalar setos del arrobamiento.
Hallar descanso en lo inseguro
está en el mismo ser de la alegría.
ÉL ERA DÉBIL Y YO ERA FUERTE...
Él era débil y yo era fuerte,
después él dejó que yo le hiciera pasar
y entonces yo era débil y él era fuerte,
y dejé que él me guiara a casa.
No era lejos, la puerta estaba cerca,
tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado,
no había ruido, él no dijo nada,
y eso era lo que yo más deseaba saber.
El día irrumpió, tuvimos que separarnos,
ahora ninguno de los dos era más fuerte,
él luchó, yo también luché,
¡pero no lo hicimos a pesar de todo!
LA SORTIJA
En mi dedo tenía una sortija.
La brisa entre los árboles erraba.
El día estaba azul, cálido y bello.
Y me dormí sobre la yerba fina.
Al despertar miré sobresaltada
mi mano pura entre la tarde clara.
La sortija entre mi dedo ya no estaba.
Cuanto poseo ahora en este mundo
es un recuerdo de color dorado.
EN MI FLOR ME HE ESCONDIDO
En mi flor me he escondido
para que, si en el pecho me llevases,
sin sospecharlo tú también allí estuviera...
Y sabrán lo demás sólo los ángeles.
En mi flor me he escondido
para que, al deslizarme de tu vaso,
tú, sin saberlo, sientas
casi la soledad que te he dejado.
ES LA DICHA UN ABISMO POR LO TANTO...
¿Es la dicha un abismo por lo tanto
que no me deja dar un paso en falso
por miedo a que el calzado se me arruine?
Prefiero que mis pies se den el gusto
a cuidar los zapatos
porque en cualquier zapatería una
puede comprar
un nuevo Par.
Mas la dicha se vende una vez sola.
Perdida la patente
nadie podrá comprarla nunca más.
Díganme, pies, decidan la cuestión
¿debe cruzar la señorita, o no?
¡Expídanse, Zapatos!
EMBRIAGUEZ
En jarros tallados en nácar
apuro un licor ignorado...
Tal vez ni del Rhin en las cavas
pudiera mi sed encontrarlo.
Con una embriaguez de rocío,
borracha de incógnitos hálitos,
tabernas de azul diluido
recorro en perpetuos veranos.
Cuando las abejas
y las mariposas,
agobiadas, ebrias,
vuelen de las pomas,
aún libaré yo mi vaso
de extraño licor...
Hasta que los ángeles
me agiten su níveo penacho,
y a los ventanales
celestes se asomen los santos
para contemplarme
borracha de azul y de sol.
PODRÍA ESTAR MÁS SOLA SIN MI SOLEDAD
Podría estar más sola sin mi soledad,
tan habituada estoy a mi destino,
tal vez la otra paz,
podría interrumpir la oscuridad
y llenar el pequeño cuarto,
demasiado exiguo en su medida
para contener el sacramento de él,
no estoy habituada a la esperanza,
podría entrometerse en su dulce ostentación,
violar el lugar ordenado para el sufrimiento,
sería más fácil fallecer con la tierra a la vista,
que conquistar mi azul península,
perecer de deleite.
BUENO ES SOÑAR. DESPERTAR ES MEJOR.
Bueno es soñar. Despertar es mejor
si se despierta en la mañana.
Si despertamos a la media noche,
es mejor soñar con el alba.
Más dulce el figurado petirrojo
que nunca alegró el árbol,
que enfrentarse a la solidez de un alba
que no conduce a día alguno.
COLOQUIO
Había muerto yo por la Belleza;
me cercaban silencio y soledad,
cuando dejaron cerca de mi huesa
a alguno que murió por la Verdad.
En el suave coloquio que entablamos,
vecinos en la lúgubre heredad,
me dijo y comprendí: Somos hermanos
una son la Belleza y la Verdad.
Y así, bajo la noche, tras la piedra,
dialogó nuestra diáfana hermandad
hasta que el rostro nos cubrió la yedra
y los nombres borró la eternidad.
Emily Dickinson
SELECCIÓN
De las almas creadas
supe escoger la mía.
Cuando parta el espíritu
y se apague la vida,
y sean Hoy y Ayer
como fuego y ceniza,
y acabe de la carne
la tragedia mezquina,
y hacia la Altura vuelvan
todos la frente viva,
y se rasgue la bruma...
yo diré: Ved la chispa
y el luminoso átomo
que preferí a la arcilla.
Emily Dickinson
MORIR NO DUELE MUCHO
Morir no duele mucho:
nos duele más la vida.
Pero el morir es cosa diferente,
tras la puerta escondida:
La costumbre del sur, cuando los pájaros
antes que el hielo venga,
van a un clima mejor. Nosotros somos
pájaros que se quedan:
Los temblorosos junto al umbral campesino,
que la migaja buscan,
brindada avaramente, hasta que ya la nieve
piadosa hacia el hogar nos empuja las plumas.
Reseña biográfica
Poeta norteamericana nacida en Amherst, Massachusetts en 1830.
Hija y nieta de prominentes figuras políticas e intelectuales, fue educada en un ambiente puritano y estricto que la convirtió en una persona solitaria y nostálgica. Durante su vida rara vez salió de casa y sus amistades fueron escasas; sin embargo, entre las pocas personas que frecuentó, tuvo especial aprecio por el Reverendo Charles Wadsworth, quien tuvo un impacto enorme sobre sus pensamientos y su poesía. Admiró también a los poetas Robert y Elizabeth Barrett Browning, así como a John Keats.
Aunque su producción poética fue muy amplia, sólo fue editada en 1890 después de su muerte, ocurrida en el año de 1886 en la ciudad de Amherst.
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